Este relato está escrito por Iván Ruiz, aficionado de la NBA. ¿Quieres escribir el tuyo? ¿Quieres contar tu historia con la NBA? En NBA Spain te damos un espacio en el 'Rincón del Fan'. Mándanos tu texto a este email: nbaidspain@grassroots.es.

Wallpaper Allen Iverson

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La abuela vigila impaciente desde la ventana de casa mientras la lluvia cae de manera muy fina, prácticamente pulverizada. Es el clásico “orballo” de Laracha (A Coruña) que se puede prolongar desde escasos veinte minutos a veinte días seguidos con sus noches. En la calle, hace horas oscura, muy poca gente y todos con paraguas. De repente irrumpe en escena corriendo bajo la lluvia un niño con una capucha cubriendo su cabeza y una bolsa de deporte tan grande que lo obliga a correr de lado.

- ¡Virgen santísima! – exclama la abuela echando las manos a la cabeza – ¡otra vez que viene sin paraguas. ¡Seguro que viene empapado!

- Tranquila que el agua no mata – exclama el abuelo Alberto sin levantar la vista de su libro.

- ¡Claro!, ¡como a ti te da exactamente igual todo! – exclama la abuela - ¡ya verás como se ponga malo el lío que voy a tener con su madre!

- El niño es un niño y se tiene que mojar y ponerse malo una y cien veces – contesta el abuelo mientras se levanta de su sillón y se va hacia la puerta – da gracias de que le guste estar en la calle y no todo el día con el móvil como los nietos de tu hermana. ¡Voy a abrirle la puerta! – Exclama con resignación mientras coge una toalla del baño de camino hacia la puerta.

La puerta se abre y aparece el niño que, inmediatamente deja caer la gran bolsa para correr con ímpetu hacia los brazos del abuelo y su salvadora toalla.

- ¡Eh, despacio tigre! ¡que aún me vas a tirar! – dice el abuelo mientras comienza a envolverlo con la toalla y secarle la cabeza. – menuda mojadura traes, ¿dónde has dejado el paraguas que te dio la abuela?

- Creo que lo he perdido, abuelo – contesta intentando poner cara de pena mientras evita que se le escape una sonrisa.

- A mí no me engañas con tu carita de cordero degollado, Airas. La verdad es que me importa poco tu paraguas, el problema es que si no aparece, la abuela me va a obligar a ir al otro extremo del pueblo a comprarte otro ¡Otro igual! – Aclara con voz cómplice.

- Joo abuelo, es que es muy feo, ¡es amarillo y con patitos! los chicos del equipo ya se ríen bastante de mí como para encima llegar con ese paraguas – solloza con gesto triste Airas – siempre lo dejo escondido en la vieja carbonera y luego se me olvida cogerlo. ¡te prometo que no lo olvidaré más!

- Bien, hagamos un trato. Yo me encargo del asunto de ese horrible paraguas y tú te cambias de ropa, meriendas y me vienes a contar por qué los niños del equipo se ríen de ti. ¿Vale?

[Un buen rato después los dos sentados en el salón]

- A ver, cuéntame lo que te pasa con esos chicos del equipo. ¿Te están molestando o se meten contigo? Te prometo que no se lo diré a nadie.

- La verdad es que si – contesta agachando la cabeza – siempre me están diciendo que soy muy pequeño para jugar al baloncesto y que deje el equipo porque no voy a llegar a nada. Que el baloncesto es para niños grandes y fuertes. Y la verdad es que estoy empezando a creer que tienen razón, abuelo. Siempre me ponen tapones, nunca cojo rebotes y en cuanto me empujan un poco ya no puedo hacer nada. No se si quiero seguir jugando más…[Suspiro]

- Mira, no te voy a contar trapalladas (tonterías en gallego) de esas de: “serás lo que quieras ser” o “conseguirás todo aquello que te propongas”, más que nada porque son todas mentira.

Allen Iverson ncaa hoyas

Además, tampoco te puedo explicar lo duro que es llegar a profesional porque yo nunca lo he sido – responde el abuelo Alberto mientras abre su viejo portátil – pero lo que sí puedo y voy a hacer es contarte la historia de un jugador que también era bastante pequeño pero que consiguió llegar muy alto. ¡Mira que poquita cosa era!

- Pues sí que parece pequeño, abuelo – responde Airas con gesto de interés - ¿Y era bueno?

- ¿Bueno dices? – responde con una mezcla de indignación y risa – este chico era un portento. Se podía haber dedicado al deporte que le diera la gana. Es más, creo recordar que fue campeón con el instituto en baloncesto y en fútbol americano. Casi nada. Luego se fue a la universidad. Bueno, se fue de milagro.

- ¿Y eso, Abuelo?, ¿Era mal estudiante?

- No hijo, el problema es que una maldita noche se vio envuelto en una pelea en la bolera por culpa de unos racistas y una señora resultó herida.  Él ni siquiera participó, es más, había un vídeo en el que salía alejándose de la bronca, pero después de un injusto juicio plagado de irregularidades, lo condenaron a 5 años de cárcel y 10 sin poder jugar. Finalmente, sólo cumplió 5 meses en un correccional, porque la gente se echó a las calles para protestar por la injusticia que se había cometido y el gobernador se vio presionado y lo indultó. El problema es que ya habían ensuciado su nombre. Sin embargo, hubo una universidad que escuchó las súplicas de su madre y le dio una beca. Te aseguro que nunca se arrepintieron.

 Yo todo esto lo supe muchos años después, porque aquí en España no sabíamos de su existencia. En aquella época no había internet y solo llegaban noticias de jugadores de la NBA por algún programa semanal en la tele y alguna revista, pero aquello pronto iba a cambiar.

- ¿Cuándo fue la primera vez que lo viste por la tele? – pregunta Airas mientras el abuelo busca ansiosamente algo entre los vídeos de su ordenador.

- ¡Fue algo increíble! – responde apartando la vista del ordenador y lanzando su mirada al infinito intentando visualizar – Es un instante que no se borrará jamás de mi memoria. Todo ocurrió la mañana de un sábado del año 1997, cuando yo era un niño. Mi padre, que era camionero, se disponía a ir a la fábrica para lavar su camión y dejarlo cargado para el lunes. Yo hacía rato que estaba despierto y le pedí que me llevara con él. De camino a la fábrica hicimos una parada obligada en el café bar “Esquina” para desayunar un Cola Cao con su clásica magdalena. Mientras tanto, en la tele del bar emitían un programa resumen de la semana de la NBA que se llamaba “NBA en acción”, cuyo final eran las 10 mejores jugadas de la semana.

Allen Iverson rookie mate nba

De repente, veo que aparece una jugada protagonizada por un jugador pequeño, extremadamente pequeño en comparación con sus rivales, que corría sorteando adversarios a una velocidad tremenda para finalizar dando un espectacular salto y realizar un mate impensable para alguien así. Yo aún no lo sabía, pero lo que acababa de presenciar sería algo que me marcaría de por vida. Mi cabeza quería explotar intentando buscarle una explicación a lo que acababa de ver. Aquel diminuto chaval enfundado en aquella camiseta blanca tres tallas más grandes, acababa de poner patas arriba todas mis ideas preconcebidas de que había que ser muy grande para jugar bien al baloncesto. Desde aquel día, una parte muy importante de mi vida se dedicó a intentar saber más de aquel fenómeno.

- Y, ¿no tuvo problemas al jugar contra gente más grande y fuerte que él? – cuestiona Airas con gesto dubitativo.

- ¡Que va! – Contesta mientras suelta una sonora carcajada. – los que iban a tener problemas eran ellos, y más concretamente sus rodillas, pero aún era muy pronto para que se dieran cuenta de ello. Este chico tenía, además de una velocidad endiablada y una facilidad tremenda para meter canastas, algo muy especial. Algo que no se puede entrenar porque o naces con ello o no lo tienes. No le tenía miedo a nadie.

La NBA y el mundo no tardaron demasiado en tomar conciencia de lo que suponía la llegada de Iverson. Aquel chico venía para poner patas arriba el orden establecido y demostrarles a miles, millones de jóvenes en todo el mundo, que no hacía falta ser un gigante para triunfar en el baloncesto. Y la verdad es que no tardó mucho en dar muestras de que iba en serio. Anotaba muchas canastas y era una pesadilla para todos los que intentaban defenderlo, además, a los pocos meses de llegar, hizo algo que dio la vuelta al mundo.

- ¿Qué hizo? – pregunta Airas mientras el Abuelo se ajusta las gafas a la cara y concentra la vista para buscar algo en los archivos del ordenador.

- No es lo que hizo, hijo mío, es más bien a quien se lo hizo – responde sonriendo mientras continúa buscando - ¡Ah, aquí está! ¿Sabes quien era Michael Jordan, ¿verdad?

- Si claro, Rodrigo el de mi equipo siempre dice que era el mejor jugador de la historia. El de la camiseta roja con el 23.

- ¡Ese mismo! – responde el abuelo asintiendo – pues Allen Iverson se permitió el lujo siendo un novato de desafiar al mismísimo Michael Jordan, que dicho sea de paso, era probablemente uno de los 3 mejores defensores del mundo. Además, Jordan era el ídolo de juventud Iverson, siempre quiso ser como él. Imagínate la presión que suponía estar en frente suya. Bueno, el caso es que los campeones de la NBA, los Bulls de Jordan, jugaban en Philadelphia contra los Sixers de Iverson. Jordan le había estado diciendo cosas feas a Iverson y…

- ¿Cosas feas? - interrumpe Airas extrañado - ¿por qué iba a hacer eso?

- Algunos jugadores lo hacen para comerle la cabeza al rival, para desconcentrarlo. Igual que hacen esos niños de tu equipo cuando te dicen que eres muy pequeño. Pero en esta ocasión no lo estaba consiguiendo. Iverson estaba haciendo un partidazo y, en un momento del encuentro sucedió lo que todo el mundo esperaba. Iverson se queda enfrentado con Jordan cara a cara, botando el balón, y el público de Philadelphia inmediatamente se puso de pie y comenzó a gritar. El novato estaba frente a frente con el todopoderoso Jordan. Por un momento, el tiempo pareció detenerse, y luego… luego todo ocurrió muy rápido. Puede que en décimas de segundo.

 

- ¡Ostraaaas! – exclama echándose las manos a la boca dándose cuenta de que ha dicho un taco – Perdón… ¡Pero vaya pasada de movimiento! ¡Increíble!

- ¿Si verdad? – responde el abuelo mientras asiente sin apartar su melancólica mirada del vídeo – pues este movimiento iba a quedar grabado para la posteridad en la memoria de la gente. Era su movimiento favorito, el que mejor hacía. El mismo movimiento que prometió a sus amigos del barrio que le haría a Jordan si alguna vez conseguía enfrentarse a él. Y vaya si lo hizo.

- ¡Seguro que se hizo muy famoso, abuelo!

- Mucho. Pronto le comenzaron a llamar “The Answer”, que en inglés quiere decir “la respuesta”.

- ¿La respuesta a qué? – pregunta Airas

- Pues no se sabe con exactitud de donde viene el mote, pero sí que es cierto que él tenía tatuado un Bulldog con esa inscripción cuando llegó a la NBA, así que siempre supuse que aquello significaba que el baloncesto había sido la respuesta a todos sus problemas. También era la respuesta para los aficionados de los Sixers, que hacía años que soñaban con volver a competir por un título. De cualquier manera, mi definición favorita siempre fue la de un muy buen amigo mío. Iván era un chico que escribía historias sobre baloncesto. Un día, en un artículo sobre Iverson lo describió como: “La respuesta a una pregunta que nadie se había atrevido a formular”

Supongo que aquella pregunta era si podía existir alguien de poco más de metro ochenta capaz de hacerle sombra a Magic Johnson, a Julius Erving, a Larry Bird o al mismísimo Michael Jordan. Y la verdad es que todo apuntaba a que podía ser él, aunque había algo más…

La forma en la que aquel chico jugaba era tan espectacular como misteriosa. Aquella mirada perdida y tímida detrás de cada acción, de cada canasta, era como si estuviera jugando y a la vez pidiendo perdón por algo. Venía de una familia desestructurada, de una infancia sin padre, de sobrevivir en las calles en un mundo de asesinatos, peleas, drogas, robos… En su interior sabía que aún era pronto para sonreír. El mundo es un lugar difícil, hijo, donde solo los fuertes sobreviven. Pero el mundo iba a ser testigo de cómo crecía su confianza, a la vez que lo hacía su armadura.

- ¿Armadura? – pregunta asombrado Airas – ¿como las de los caballeros medievales?

- Pues más o menos – contesta riendo – las armaduras eran algo que utilizaban los guerreros para protegerse y en este caso, toda la ropa, accesorios, tatuajes, pelo y demás cosas que llevaba Allen Iverson, estaba destinado a darle confianza. La confianza es fuerza interior y esa fuerza es lo que él necesitaba para sobrevivir. Pronto marcó una tendencia de moda que enamoró a medio mundo, muy a pesar de los directivos de la NBA.

- ¿Y eso por qué? ¿no les gustaba la ropa?

- No exactamente, hijo. El problema era que la imagen de chico "malote" que daba Iverson no era la imagen que quería dar la liga.

Allen Iverson portadas revista SLAM

Imagen: Revista SLAM

Había códigos de vestuario, normas sobre tatuajes y muchas más cosas destinadas a evitar que los jugadores parecieran “gangsters” en vez de deportistas. Pero nada funcionó, porque en poco tiempo, todos los chavales jóvenes, incluido yo, intentaban vestir como él, jugar como él, escuchar la música que escuchaba él, etc. Realmente fue el banderín de enganche de toda una generación con el baloncesto y el hip hop.

El hip hop era una música que había hecho de la cultura de la calle su forma de vida y Allen Iverson hizo lo mismo con el baloncesto. Consiguió llevar la fusión del baloncesto y la calle a su máxima expresión. Y es que, que no te engañe nadie, hijo, el baloncesto pertenece a la calle y la calle le pertenece al baloncesto. Siempre había sido así y los del barrio lo sabíamos, pero ahora había alguien que lo gritaba desde allí arriba sin complejos a los cuatro vientos. Eso era lo que realmente no les gustaba a los peces gordos de la liga. De todas formas, a aquellas alturas de la película daba igual lo que ellos quisieran porque ya era tarde. Todos querían ser como Iverson.

- Siendo tan bueno como era, ¿Ganaría muchas cosas, ¿no?

- Si que ganó cosas, si, aunque nunca consiguió llevar a su equipo a un campeonato

- Normal, siendo tan pequeño es imposible – responde Airas mientras agarra su balón de baloncesto y pone cara de resignación.

- ¡No te confundas, chaval! – responde mientras se coloca de nuevo las gafas y vuelve a buscar en el ordenador – que no ganase un campeonato no quiere decir que no fuera un campeón. Y te vuelvo a repetir que la altura no tiene nada que ver. Hay veces que las grandes gestas las protagonizan los vencidos y no los vencedores. ¿Recuerdas el cuento de David y Goliat?

- ¡Claro, abuelo! El del chico pequeño que derriba al gigante.

- ¡Ese mismo! - responde sonriendo – pues Iverson y su equipo estuvieron a punto de protagonizarlo, pero no pudo ser. Con solo 4 años de experiencia y unos compañeros bastante normalitos tirando a malos, se echó el equipo a las espaldas y se plantó con ellos en las finales de la NBA, después de eliminar a equipos mucho más buenos que el suyo. Aquel año era imparable. Nadie anotó más puntos que él, y solo Michael Jordan había conseguido meter más puntos por partido en un año. Jugaba como si estuviera poseído y no había defensa capaz de detener a semejante torbellino. Penetraciones, driblings, tiros contraataques… se convirtió una auténtica pesadilla para los rivales. Esa temporada también lo nombraron mejor jugador de la liga. Luego llegaron a la final y…[suspira]

- Perdieron ¿verdad? – asiente Airas

- Perdieron como no podía ser de otra manera, pues en la final les esperaban los extraordinarios Lakers de Shaquille O´Neal y Kobe Bryant.

Allen Iverson Kobe Bryant Shaquille O'Neal

- ¡Ese sí que me suena, abuelo! Mi amigo Rodrigo grita mucho “Kobe” cuando tira a canasta

- Te creo, hijo. Lo que me parecería raro es que lo gritara cuando diera un pase – contesta mientras suelta una carcajada tremenda – En fin…la cosa es que Shaquille O´Neal era una bestia imposible de detener y Kobe Bryant estaba llamado a ser el sucesor de Michael Jordan. Por si eso no fuera suficiente, estaban muy bien rodeados de compañeros. Todo parecía estar decidido, sin embargo – sonríe y vuelve la vista al ordenador – Ni Shaq ni Kobe ni nadie en Los Ángeles estaban preparados para lo que iba a suceder en el primer partido de las finales.

- ¿Qué pasó, abuelo? ¿Qué pasó? cuéntame – grita nervioso mientras coge su balón de baloncesto y da saltos simulando tirar a canasta.

- Mira, te lo voy a contar mientras lo ves con tus propios ojos – responde el abuelo mientras abre un vídeo en el ordenador – Nuestro “pequeñín” se iba a sobreponer por enésima vez a los gigantes e iba a firmar una de las actuaciones más memorables en la historia de las finales de la NBA. El primer partido se jugaba en Los Ángeles, y todo el público esperaba con ansia ver como su equipo arrollaba sin piedad a los Sixers como lo haría una apisonadora, pero nuestro hombrecito tenía otros planes. Ante 19.000 personas que abarrotaban aquel atónito estadio, Iverson anotó 48 puntos y consiguió llevar el partido a la prórroga para allí vencer contra todo pronóstico. Los Lakers no habían perdido ni un solo partido hasta entonces.

¡Goliat había caído y ni siquiera había visto de donde le había venido la pedrada! – grita emocionado mientras se quita las gafas y se seca las lágrimas - ¡Lo había conseguido! ¡Había demostrado que no hay nadie invencible! Nos había enseñado a todos que el miedo sólo es un freno que te evita vivir tus sueños. Fue uno de los mejores días de mi vida. [continúan viendo el vídeo del partido]

- ¡Buaaa!, ¡vaya canasta! ¡Lo dejó sentado en el suelo! – exclama Airas mientras da saltos.

- Ese es otro de sus momentos más icónicos, sí. También uno de los que más críticas le generaron. Injustamente, por cierto.

Allen Iverson salta sobre Tyronn Lue Sixers Lakers Finales NBA

No es que esté a favor de no mostrar respeto por el rival, ni mucho menos, pero creo que un golpecito en el pecho de vez en cuando le ayuda a saber al contrario que no estás ahí para pasarlo bien, sino para intentar ganarle por todos los medios. Iverson Jugaba cada partido como si fuera el último y eso requiere una intensidad que a veces se le iba un poco de las manos. De todas formas, tampoco fue para tanto.

Michael Jordan, Larry Bird y muchas otras estrellas también solían tener gestos de superioridad de ese tipo, pero parece que lo que les fastidiaba es que los tuviera alguien como Iverson. A los ojos de los pesos pesados de la liga, aquel chaval había llegado para poner del revés todo lo que entendían como normal, y eso les parecía tremendamente irrespetuoso. A nosotros nos encantaba porque era un incomprendido, igual que mi generación. Porque, aquí donde me ves, chavalote, yo era todo un rebelde.

- ¿Tu? ¡Anda ya!

- Otro día te enseño fotos mías. ¡Nosotros si que sabíamos vivir la vida! No como ahora con el internet y las malditas maquinitas todo el rato.

- ¡Abuelo, que te pierdes! – exclama riendo y señalando al ordenador

- Vale, vale, a ver dónde habíamos quedado. Ah sí, las finales. Pues lamentablemente y como era de suponer, perdieron los siguientes 4 partidos. Como ya te dije, Shaquille era un monstruo imparable y poco podían hacer contra él. De todas formas, Iverson no dejó de luchar en ningún momento. Terminó aquellas finales con más de 35 puntos por partido y con la satisfacción de haberle demostrado al mundo de lo que era capaz.

- ¡Seguro que a partir de ahí tuvo muchos éxitos! – exclama Airas.

- Para ser sinceros, creo que este momento fue su máximo esplendor – responde con resignación mientras se quita las gafas – A ver, siguió siendo muy bueno y anotando muchas canastas, pero nunca consiguió ganar un campeonato. Si que es cierto que tampoco estuvo acompañado por estrellas como sucedió con otros campeones, pero el mayor problema que siempre tuvo fue él mismo. Era un genio, pero con una cabeza frágil en la que su pasado siempre estaba presente. Iverson estaba muy marcado por sus fantasmas de antaño y enfocaba su rabia en luchar a muerte sobre el parqué.  Para él, cada día era un ejercicio de supervivencia, en el que muchas veces pretendía enfrentarse él solo contra el mundo. Pronto le empezaron a llover las críticas por tirar demasiado o hacerlo con poco acierto.

Creo que el mayor fallo de su vida fue no tener claro que en el baloncesto, eres tan bueno como buenos seas capaz de hacer a tus compañeros. Pero él era muy joven y solo entendía de luchar. Era un auténtico guerrero. Es difícil de explicar, pero cuando Iverson jugaba un partido, realmente estaba jugando dos a la vez. Uno contra el rival y otro contra sus demonios interiores.

A lo largo de su vida hizo muchas cosas que no estuvieron bien y de las cuales se arrepintió, pero él mismo reconoció que cometer todas aquellas equivocaciones le había hecho ser mejor persona. Nunca olvides que en la vida debes cometer tus propios errores, pero recuerda siempre que estos no sirven de nada si no aprendes de ellos.

Allen Iverson Rueda de prensa

- ¿Cómo lo de mojarme por no llevar paraguas? –

- Si, mas o menos…

El caso es que casi al final de su carrera, nos dio la lección más importante de todas. Un día reconoció que, aunque él de pequeño siempre había querido ser como Michael Jordan, ya no quería ser como él, ni como Larry Bird, ni como nadie. Sólo quería mirarse al espejo y poder decir que había hecho las cosas a su manera. Una de las cosas más importantes que hay en la vida es ser auténtico, por mucho que te diga la gente. Aquella manera de ser y de pensar enamoró a mi generación, que nos veíamos igual de auténticos e incomprendidos que él.  Con esto quiero decir que tienes que intentar quedarte con las cosas buenas de Iverson. Como cuando ves una película o lees un libro y siempre recuerdas la parte más bonita o la que más te ha gustado.

- Lo que más me ha gustado es lo bien que jugaba, abuelo. Yo quiero aprender a hacer aquello de irse a un lado, luego al otro y que se caiga la gente – exclama Airas mientras intenta pasarse el balón entre las piernas sin demasiado éxito.

- Bueno, pues si quieres llegar a ser tan bueno como él, deberías ver menos la tele y bajar más a la canasta del parque a intentar mejorar. Ahora, por ejemplo.

- ¿Ahora, abuelo? Es de noche y hace frío…

- Si vas a empezar con excusas casi mejor que lo dejas. Yo iba a ir contigo a enseñarte algunos trucos, pero…

- ¿De verdad abuelo? ¿Tu me puedes enseñar trucos?

- Como que me llamo Alberto Becerra Quiroga. De joven hacía el crossover de Iverson casi igual que el [Ríe]

- ¡Voy corriendo a calzarme! – exclama muy excitado mientras corre hacia la entrada sin soltar su balón.

- Recuerda que, al fin y al cabo, el legado más importante que nos dejó Allen Iverson es el mensaje de que puedes llegar a donde quieras si lo intentas con fuerza – exclama el abuelo mientras se pone su chaqueta.

- ¡Pero abuelo! [indignado] – antes me dijiste que lo de “conseguirás todo aquello que te propongas” era mentira.

- Bueno…es que tú no eres Allen Iverson – ríe mientras le sujeta el balón para que se calce.

- ¡Ya lo seee, listo! – contesta con gesto burlón – por eso tengo que ir cuanto antes practicar

- ¿Practicar? ¿Ahora estamos hablando de practicar? [Rompe a llorar de la risa]

- ¿Qué dices, abuelo?

- Nada, nada [secándose las lágrimas] – tira antes de que nos vea la abuela.

 

Un artículo escrito por un fan, un gran fan de la NBA.

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