Cuando la tierra todavía era plana y el mundo acababa en las costas del mar Egeo, Grecia crecía como la gran referencia intelectual liderada por filósofos, políticos y poetas, pero también por dioses, mitos y leyendas.
La mitología helénica siempre ha estado llena de grandes historias y epopeyas que servían para explicar, o más bien intentarlo, el porqué de la existencia del ser humano y de lo que le rodeaba. Todos somos conocedores de los grandes dioses que gobernaban sobre los ciudadanos de aquellas primeras polis, pero, antes de que Zeus fuera el Dios del rayo, los titanes campaban a sus anchas como las deidades que controlaban el devenir del mundo.
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La historia de la NBA también está repleta de grandes historias, mitos y leyendas que nos han ayudado a comprender, o más bien intentarlo, el porqué de la grandeza del baloncesto. Y, es que, antes de que Curry, Harden y compañía transformaran para siempre el juego, los gigantes de la zona eran los que señalaban el camino hacia el anillo para las franquicias.
Desde los comienzos del baloncesto en Norteamérica hasta llegar a nuestros tiempos, hemos ido saltando entre titanes que han liderado algunas de las grandes dinastías del deporte. Mikan, Bill Russell, Wilt, Kareem, Olajuwon, Shaq… Todos ellos fueron grandes deidades capaces de controlar el mundo desde la bombilla, pero, al igual que en la mitología griega, el reinado del cinco debía llegar a su fin.
Zeus, hijo del titán Cronos, derrocó a los titanes por la hegemonía divina en lo que hoy se conoce como la Titanomaquia, mientras que Stephen Curry, hijo de exjugador, haría lo mismo cambiando el devenir del baloncesto a base de acierto desde la línea de 3.
El tiro exterior se ha convertido en el principal recurso ofensivo de absolutamente todos los equipos, sino la estadística les condena al fracaso. El peso del juego se ha trasladado desde debajo del aro hasta casi la mitad de la pista, relegando a un segundo plano la figura del pívot convencional. Aun así, procedentes del viejo continente, nos reencontramos en la actualidad con varios pívots que guardan resquicios de los grandes titanes del pasado, entremezclados con las exigencias del nuevo orden de juego.
El peso de los pívots ha dado un vuelco en estos años. Los últimos 6 MVPs de la NBA han sido jugadores que disfrutan jugando cerca del aro: Nikola Jokic (3), Joel Embiid (1) y Giannis Antetokoumpo (2), que aunque no sea pívot donde mejor lo pasa es pisando pintura. Ellos son los grandes nombres propios del juego interior en la NBA actual, sin embargo, solo dos de ellos ganaron el campeonato durante este tramo de coseha de MVPs (Denver Nuggets en 2023 y Milwaukee Bucks 2021).
El protagonista de nuestra historia nacería a casi 10.000 km de la antigua Grecia, en Portland, aunque por su sangre siempre correrán los colores rojo, amarillo y verde de su querida Lituania. Domantas Sabonis ha demostrado que tiene las herramientas para convertirse en un titán capaz de dominar la pintura, aunque todavía está en camino de demostrar que puede ser uno de esos pívots elegidos para hacer temblar los cimientos del triple.
Ahora, con 28 años y como cabeza de los Kings, se enfrenta al momento clave de su carrera justo después de que los dioses del juego volvieran a dejarlo fuera del All-Star Game por segundo año consecutivo.
El rey del tártaro
En la mitología griega, el tártaro era un profundo abismo que servía como una prisión para los titanes castigados por Zeus. Tal vez tildar de esta manera a los Sacramento Kings todavía puede ser algo precipitado, pero, tras perder a una de las dos piezas sobre la que se construía el futuro cercano de la franquicia, el equipo se tambalea después de intentar apuntalar su camino hacia el Olimpo este verano.
Con su llegada desde Indiana en el año 2021 en un intercambio por Tyrese Haliburton, Domantas se ha asentado como el eje central que ha hecho funcionar el engranaje de los Kings, aunque ahora se enfrentan a un período de dudas tras la salida de su base estrella rumbo San Antonio. DeAaron Fox cambia el norte de California por el desierto de Texas para acompañar a otro de los grandes titanes europeos llamados a retomar el control de la liga, Victor Wembanyama. Mientras tanto, Sabonis seguirá siendo dueño y señor de todo lo que ocurre dentro del espacio que va desde la línea de tres hasta debajo del aro en Sacramento.
Y es que, pese al terremoto de estos últimos días, los Kings siguen contando con piezas interesantes que pueden valerles para consagrase de nuevo al camino que siguieron en 2023, cuando volvieron a pisar los playoffs después de más de 15 años.
Tras un inicio dubitativo del equipo, pese a las grandes expectativas de toda la liga cuando conformaron su big-three en verano con DeRozan, Fox deja el equipo cuando el casillero de Sacramento empezaba a verse en color verde. Zach LaVine aterriza en California como mal menor para reunirse con el que fue su compañero hace un par de meses en Chicago. Mientras, en el fondo de armario, jugadores como Malik Monk, Keon Ellis o Keegan Murray deben ahora dar un paso adelante para suplir el hueco y los tiros que deja Fox. Pero, ante todos ellos, Sabonis, ahora sin competición por el trono, sobresale como nuevo rey absoluto de estos remodelados Kings.
El pívot lituano ha sido durante toda la temporada un martillo pilón. Ha sujetado sobre sus hombros a sus Kings, como Atlas sujetó al mundo, liderando la NBA en rebotes, con 14,3 por partido, y promediando 20.6 puntos y 6.5 asistencias. Todo ello para quedarse a las puertas del All-Star Game de San Francisco, siendo olvidado entre titulares, suplentes y sustitutos de última hora, donde se peleaba por entrar con los finalmente elegidos Trae Young y Kyrie Irving.
Sacramento ahora mismo se encuentra merodeando en las posiciones de play-in en un oeste que cada año no hace sino apretarse más. Tras los movimientos de final de mercado que han remodelado gran parte del plantel del equipo, con las llegadas de última hora de Jake LaRavia y Jonas Valanciunas, los Kings deben encontrar rápidamente la fórmula para asentar los mecanismos que lo saquen de la mediocridad de la tabla lo antes posible.
La pérdida de Fox supone un reajuste obligatorio de obligaciones por parte de Doug Chritie desde el banquillo, aunque la mayor tarea pendiente pasa por mejorar el empaque defensivo colectivo (actualmente son el 20º de la liga en Rating defensivo) y el todopoderoso triple, donde los Kings son el 25º equipo en la liga.
El presente todavía es incierto, pero si quieren alejarse de las profundidades del tártaro deberán ayudar y acompañar a Domantas Sabonis para que pueda seguir haciéndose valer como lo que es: un titán de calibre mundial.
El viaje del héroe
Homero en su Odisea e Ilíada fundó las bases de lo que después sería conocido en ficción como el viaje del héroe. Domantas Sabonis, hijo de uno de los grandes jugadores europeos que cruzaron el atlántico para deslumbrar en la mejor liga del mundo, sería un joven que vendría al mundo bajo la estrella de seguir el camino de su padre en la pintura.
Arvydas fue uno de esos pívots que formó parte de una de las épocas doradas en la que la figura del cinco como pieza angular estaba consolidada en casi todos los equipos. Vivió una carrera que le hizo viajar desde Kaunas a Valladolid y Madrid, para terminar cruzando el charco y convertirse en rookie de los Portland TrailBlazers con 32 años. Kevin Garnett lo recuerda en una entrevista en relación con el parido de Rookies del All-Star de 1996: "Era el mejor del mundo ¿Y sabes quién lo decía? Sus propios rivales. En ese partido de Rookies, fue el primer jugador que vi en mi vida con su mujer y un cigarro en el vestuario, mientras se dedicaba a parlotear: '¿David Robinson? ¿Patrick Ewing? Sí, sí, pero yo soy mejor que esos tipos”. Kevin Garnett terminaba la anécdota con una última citación del gigante soviético: '¿Mi hijo? Él será un privilegiado".
Privilegiado o condenado, Domantas se acercó al mundo del baloncesto con la responsabilidad de llevar el apellido de una estrella internacional. Sabonis era y será un apellido histórico para este nuestro deporte y Domas ha sabido portarlo con orgullo.
Portland sería el lugar de su nacimiento, pero Málaga se convertiría en su casa durante su infancia y adolescencia. Tras la retirada de su padre en el año 2004, los Sabonis decidirían cambiar Oregón por la costa blanca, convirtiendo a Domas en un malagueño adoptado que daría sus primeros pasos en el baloncesto jugando en las categorías inferiores del Unicaja de Málaga. Con 16 años haría su debut como profesional para el primer equipo y, aunque quisieron renovarle, con 18 años decidiría volver a Estados Unidos para jugar con los Bulldogs en la Universidad de Gonzaga.
En 2016, serían los Orlando Magic quienes lo draftearian en el puesto nº11, aunque acabaría la noche vistiendo el uniforme de los Oklahoma City Thunder tras varios traspasos. Ese día, un pequeño gigante rompió las puertas de la NBA, comenzando así un particular viaje del héroe que ahora llega a un punto de inflexión.
El hilo de las Moiras
Domas es uno de esos jugadores a los que en la antigua Grecia se le hubiera construido un Partenón, pero con su condición de titán ha pasado a un segundo plano pese a ser uno de los pívots más dominantes de la liga. Domantas es capaz de ordenar y controlar los tempos desde la bombilla y estamos viviendo la madurez de un jugador que entra en el momento más decisivo de su carrera a los 28 años, no solo consolidándose como un candado en el rebote, sino siendo capaz de anotar y pasar a un nivel que muy pocos grandes pueden soñar.
El futuro es siempre un interrogante en el horizonte y más cuando hablamos de la NBA. Hace tan solo unos días que vivimos que Luka Doncic era traspasado desde Dallas hasta Los Ángeles en un movimiento que hizo temblar los cimientos de la liga. Predecir que alberga el futuro es imposible, pero Domantas tiene por seguro un contrato que lo ata a los Kings para las tres próximas temporadas, salvo que el mercado de traspasos sea agitado por alguna de las partes. Solo las tres Moiras del destino saben qué ocurrirá, pero, mientras tanto, Sabonis debe hacer frente al mayor reto al que se ha enfrentado en la NBA: su consolidación como líder de una franquicia. El momento del titán.
Si algo define al pívot estrella de los Kings es la solidez con la que rinde en la pista. Desde hace años que nos tiene acostumbrado a unos números casi inmutables con los que ha controlado la zona en sus equipos. Sin embargo, esa regularidad que lo ha convertido en el hombre doble-doble nos ha “malacostumbrado” y nos hace querer más. Un último paso que lo termine de aupar al escalón que lo siente en la conversación de los mejores jugadores de la liga.
Después de romper la barrera de los 10.000 puntos en su carrera, Domantas debe hacerse dueño de su destino y retar a los dioses lanzando al cielo el rayo que tiñe de morado Sacramento con cada victoria de su equipo.