La NBA está repleta de grandes historias y jugadores. Si hoy podemos disfrutar de la mejor liga del mundo es gracias a aquellos pioneros que abrieron el camino para emocionar e inspirar a generaciones enteras con sus victorias, pero también con sus derrotas. Hay muy pocos jugadores que han conseguido traspasar las barreras del espacio y el tiempo para convertirse en iconos y leyendas de una liga cimentada por su pasión por este deporte, pero solo uno lo ha hecho a tal nivel como para convertirse en la propia imagen de la NBA. 

Jerry West (1938-2024) falleció el pasado martes 12 de junio de 2024 con 84 años, sumándose junto a Bill Russell, John Havlicek y Elgin Baylor, entre otros, a la dolorosa lista de grandes jugadores de la década de los 60 que nos han dejado en estos últimos años. 

Jerome Alan West, al que solo podemos imaginarnos vestido con la indumentaria de los Lakers, se va dejándonos un legado que va mucho más allá del palmarés obtenido durante su carrera como jugador, entrenador y ejecutivo, sino también con la historia de cómo el mayor perdedor de la NBA consiguió convertirse en todo un ganador. La NBA dice adiós a un hombre que le dió mucho más que la imagen para su logo.

 

Morder el polvo

Los Ángeles se convirtió a lo largo del siglo XX en una de las mecas de la cultura pop más influyentes de la sociedad moderna. Ciudad construida sobre mitos, leyendas y estrellas que han agrandado su aura como el lugar al que ir para triunfar, pero, en los años 60, todavía había mucho por construir en aquel lado de los Estados Unidos. 

La mudanza en 1960 de los Minneapolis Lakers desde la fría Minnesota hasta la soleada Costa Oeste traía un nuevo entretenimiento a la ciudad con su primer equipo de baloncesto. La franquicia contaba ya con cinco títulos cosechados gracias al talento de George Mikan, pero tras su retirada y la pérdida de interés entre los aficionados de Minneapolis, el nuevo propietario decidió trasladar el equipo. 

Jerry, un joven base de 1.91, se convertiría en el primer jugador drafteado por la franquicia una vez establecida en L.A, dando comienzo a una relación que duraría casi toda una vida. Con su llegada al equipo, West demostró estar un paso por delante en talento que el resto de los jugadores. Su manejo de balón y su inteligencia lo convirtieron en un adelantado a su tiempo y, desde su entrada en la liga, se hizo un nombre como una de esas estrellas llamadas a marcar una época. 

Durante los años 60, Jerry convirtió a su equipo, aunque muchas veces no estuvieran al nivel, en finalistas de la NBA en hasta en 6 ocasiones (1962/1963/1965/1966/1968/1969). En todas ellas caerían frente a los Boston Celtics, forjando así el principio de una rivalidad que se alarga hasta nuestros días. West luchó con todas sus armas posibles por intentar tumbar a una dinastía liderada Bill Russell, John Havlicek, Bob Cousy y Sam Jones, llegando a registrar el récord de anotación media en unas NBA Finals con 46,3 puntos en el año 1966, aunque de poco serviría. Tres de esas finales las perderían en el séptimo partido.

Si hay un hombre en este mundo que ha podido tener algo de rencor hacia el pequeño leprechaun ese es Jerry West. 

La lucha y la entrega del base que lucía el 44 en su espalda, junto con sus compañeros Elgin Baylor y Wilt Chamberlain, no se vio tampoco recompensada con el título en el 69, pero sí con un reconocimiento único en la historia: West sería nombrado MVP de las Finales formando parte del equipo perdedor. 

Cerrar la maldición

La década de los 70 traería nuevas oportunidades a los Lakers de conseguir un título. Los setenta abrirían con Jerry West pisando unas finales de nuevo, aunque esta vez sería contra los New York Knicks de Willis Reed y Walt Frazier. Los Lakers caerían frente a ellos de nuevo en un séptimo partido. La maldición se alargaba. 

La llegada de la temporada 1971/72 estaría marcada por la retirada de la que había sido su principal pareja de baile. Elgin Baylor tenía que dejar el equipo a mitad de curso debido a sus molestias en la rodilla. Una decisión que supuso el fin de un jugador de época que no consiguió levantar ningún título en las 8 finales que disputó en su historia. 

Tras aquel suceso, los Ángeles Lakers, volverían a plantarse en las Finales una temporada después. En frente, esperaban los New York Knicks. Tras perder el primer partido en casa, los Lakers conseguirían arrollar a los Knicks ganando los 4 siguientes con un Wilt Chamberlain que sería nombrado MVP de las Finales. Así, después de 7 finales perdidas, Jerry West conseguiría su único título como jugador en una carrera que daba sus últimos coletazos. 

Amor por el oro y el púrpura 

West aún conseguiría alcanzar unas últimas finales la temporada siguiente, aunque no podrían revalidar el título. Tras una lesión en la ingle, la estrella de los Lakers colgó las botas para dar comienzo a su carrera en los banquillos, convirtiéndose, junto con Baylor, en el jugador con más finales perdidas en la historia con 8. 

Como entrenador de los Lakers solo duró tres temporadas, aunque rápidamente dio el salto a los despachos del Forum como director general en 1982. Aquella nueva etapa de los Lakers estaría marcada por la compra del equipo por el empresario Jerry Buss. West sería participe de la llegada de Kareem Abdul Jabbar, Magic Johnson y James Worthy a la ciudad angelina, dando forma así al equipo que marcaría una época con el Showtime y que le permitiría tomarse su particular venganza contra los Celtics, aunque fuese desde los despachos. 

West no se entenderían sin los Lakers al igual que los Lakers no serían lo que son sin West. Una relación de amor por unos colores y una cultura que se tradujo en 7 títulos repartidos como jugador y como ejecutivo en épocas distintas. Jerry jugó e hizo jugar a los mejores: Baylor, Chamberlain, Magic, Kareem, Kobe y Shaq son solo algunos de los nombres que se vieron influenciados de alguna manera por una leyenda que vivió como suyos los altos y los bajos de una de las franquicias más importantes de la historia. 

Un legado NBA inigualable

Más allá del amor profesado desde california, West también formó parte de otras franquicias NBA como director de operaciones, ampliando así su influencia y su huella dejada en una liga que creció junto a él. 

En 2002 fue contratado por los Memphis Grizzlies, donde sería nombrado ejecutivo del año por segunda vez en su carrera tras conseguir que aquel equipo alcanzara las 50 victorias por primera vez en su historia. 

Años más tarde, sumaría a su palmarés dos títulos más tras incorporarse a los Golden State Warriors como ejecutivo en 2015 y 2017. Hasta su muerte, siguió ligado al baloncesto y a la NBA como ejecutivo en los Ángeles Clippers. 

Jerry West nos deja con 9 títulos acumulados en su palmarés, una camiseta retirada en lo alto del antes conocido como Staples Center y siendo miembro del Basketball Hall Of Fame desde 1980. Su estatua situada delante del estadio de los Lakers no será nunca lo suficientemente grande para compensar el trabajo y el legado de uno de los jugadores que han dado forma al baloncesto que hoy conocemos. Un hombre que siempre será recordado como mucho más que un logo.

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