El rebote ofensivo ha ido perdiendo protagonismo en el baloncesto NBA durante las últimas décadas. El aumento del uso del triple, el cambio en el prototipo de los jugadores que habitan la zona y ciertas asunciones que se hicieron durante los primeros años de verdadera expansión de las analytics contribuyeron a que el arte del rebote ofensivo cayera en decadencia. ¿Hasta ahora? Ojo al dato final que voy a ofrecer al final del artículo.
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Desde que tenemos datos sobre los rebotes ofensivos (temporada 1973-74), las 10 temporadas con el menor porcentaje de rebote ofensivo de media en la liga son la actual y las 9 anteriores a esta. El pico máximo se alcanzó en la 1979-80, en la que los equipos capturaron un 33.5% de los rebotes ofensivos disponibles, y desde entonces esa cifra fue descendiendo paulatinamente hasta el 22.2% de la temporada 2020-21, el más bajo de la historia según la base de datos de Basketball-Reference.
Pero durante la temporada pasada (24%) y en esta misma (24.8%) estamos viendo un pequeño renacer del interés por el rebote ofensivo. Actualmente hay tres equipos que promedian más de 17 puntos por partido en segunda oportunidad (Orlando, Utah y Golden State), mientras que la media de la liga ha subido hasta los 14 puntos tras rebote ofensivo. Ahora mismo el 15º de la NBA en rebote ofensivo son los New Orleans Pelicans (24% capturado), con un porcentaje que habría sido la sexta mejor marca en esa temporada 20-21. Ese año ningún equipo superó el 27%. Esta temporada de momento lo hacen ocho.
En el baloncesto siempre ha habido una lucha dentro de cada entrenador sobre cómo afrontar el tema del rebote ofensivo y la transición defensiva. ¿Cuándo se debe iniciar esta? ¿Cuándo el balón está en el aire porque acaba de ser lanzado, o cuando el defensor ha asegurado el rebote? Con el tiempo parece haberse asumido que es más importante parar el contraataque y forzar al rival a jugar a media pista que pelear por quizás obtener una nueva posesión ofensiva. Pero en una NBA actual en la que las defensas están cada vez más abiertas por culpa de los lanzadores exteriores, hay entrenadores y equipos de analytics que han empezado a darle la vuelta a la tortilla.