Este artículo está escrito por Iván Ruiz, aficionado de la NBA. ¿Quieres contar tu historia? ¿Quieres escribir tu relato? En NBA Spain te damos tu hueco en la sección 'Rincón del Fan'. Si quieres mandarnos tu artículo hazlo a este email: nbaidspain@grassroots.es a través de esta sección.

- ¡Hola cariño, por fin llegas! ¿Qué tal el trabajo?

- Bueno, ya sabes…más de lo mismo. Otro día largo y aburrido en el bufete que por fin acaba. ¿Y tú qué tal?

- Bien, ha venido el fontanero, y he tenido que ir a enseñar un par de casas de la agencia, así que entre eso y Junior he estado muy entretenida toda la mañana.

- ¡Dios!, por fin el fontanero, no creo que pudiera soportar otra noche más ese molesto ruido de goteo. Por cierto, ¿Dónde anda mi padre?

  • Pues en el banco del jardín trasteando con su caja de viejos cuadernos, para variar. Lleva ahí toda la mañana. ¿Por qué no sales y hablas un poco con él hasta que esté la comida?

Registrate gratis en NBA ID y disfruta de un 10% de descuento en NBA Store

- No sé…sabes que cuando le da por esas malditas libretas se pone muy pesado. Además, siempre me acaba echando en cara que no me guste el maldito baloncesto. Dice el médico que tiene la memoria muy deteriorada, pero eso sí que nunca se le olvida.

- ¡No hables así de tu padre! Es un cielo de hombre y siempre se ha esforzado para darte lo mejor. Haz el favor de salir ahí y estar un rato con él.

- ¡Está bien! [suspirando] déjame al menos coger una cerveza – replicó mientras se dirigía al soleado jardín en el que el sol del mediodía iluminaba con intensidad el banco en el que el abuelo ojeaba en silencio una vieja libreta de anillas.

- ¡Hola, papá! ¿Qué tal va eso?

- ¡Hombre!, por fin te han dejado salir de la oficina. Últimamente te tienen allí como si fueras un esclavo. ¿Saben que tienes vida y familia?

- Pues claro que sí, papá. Sabes que desde que me ascendieron tengo muchas responsabilidades y casi siempre tengo que llegar el primero e irme el último.

- Cierto, las responsabilidades [suspira] Ahora eres un hombre de éxito y estoy muy orgulloso de ti por ello, hijo. Siempre se lo digo a Junior cada vez que me pregunta dónde estás y por qué no vienes. Ayer jugó su primer partido de alevines y no lo hizo nada mal. Está claro que el talento deportivo siempre se salta una generación.

- ¡Ya tardaba mucho en salir la historia! [sonríe y da un trago a la cerveza] pero me da igual, ya lo he superado. Por cierto, ¿Qué ojeas ahí?

- Pues anotaciones sobre baloncesto, bastante malas y viejas, por cierto. Siempre quise escribir sobre ello, pero nunca tuve el tiempo ni el valor suficientes para hacerlo en ningún sitio, así que lo hacía para mí y lo acompañaba de los magníficos dibujos que hacía mi buen amigo Javi. Esta caja está repleta de mis recuerdos, esos que poco a poco se van a ir desvaneciendo, por lo que me cuenta el médico.

- Debía de gustarte mucho aquello, papá.

- No te lo puedes imaginar. Un famoso escritor decía que el baloncesto era su vicio y consuelo, y yo siempre estuve muy de acuerdo con él. Cuando todo iba mal, siempre me quedaba él. Cuando tu madre se apagó, tú y estos libros fuisteis lo único que me mantuvo aferrado a la cordura.

Registrate gratis en NBA ID y disfruta de un 10% de descuento en NBA Store

El abuelo agacha la cabeza con gesto triste mientras una lágrima solitaria se desliza por su mejilla y cae sobre una de las imágenes del cuaderno. Rápidamente la seca con su manga y maldice nervioso y agitado por haber manchado su preciado tesoro a la vez que seca sus lágrimas con el otro brazo.

¡Vamos papá, tranquilo! No le ha pasado nada. Venga, cuéntame – Interrumpió rápidamente para cambiar de tema - Ese de la imagen, ¿quién es?

Ricky rubio primera etapa NBA Minnesota Timberwolves

- ¿Este? – contesta sonriendo mientras sus ojos, aún humedecidos, cobran repentinamente un brillo especial – Este es el mayor fenómeno que ha pisado jamás una cancha de baloncesto. Este chico fue el que me hizo cambiar la forma de ver y entender el deporte y la vida. Bueno, a mí y a toda una generación que lo vio jugar y creció a la vez que él.

- ¿Sí? ¿Tan bueno era?

- ¿Bueno? [ríe] A los 4 años botaba un balón él solo en la grada mientras veía entrenar a su hermano y le pidió a su madre jugar, así que la hizo engañar al entrenador con su edad para que le permitiese hacerlo. Eso sí, a condición de que no llorase. Su madre fue siempre uno de los pilares de su vida.

A los 12 ya había ganado casi todo lo que se podía ganar a su edad, así que antes de acabar el colegio ya jugaba en primera división. Creo que aún no tenía ni 15 años cuando debutó. Recuerdo una canasta suya desde medio campo en el último segundo para ganar un campeonato de Europa de Cadetes. La gente se volvió literalmente loca, tanto que aquello siempre fue recordado como “El Milagro” y no era para menos. Aquel día hizo un partido descomunal. Era como si jugara contra niños más pequeños que él. Pronto se convirtió en la gran esperanza de todo el país.  Jugó tan bien los años siguientes en España y en Europa, que se lo llevaron a los juegos olímpicos a enfrentarse a los jugadores de la NBA con solo 17 añitos. España tenía muy buen equipo, pero delante de ellos estaban Kobe Bryant, LeBron James y leyendas por el estilo.

Registrate gratis en NBA ID y disfruta de un 10% de descuento en NBA Store

- No sé quiénes eran esos, pero, pobre chico. Me pongo en su situación y estaría tremendamente asustado.

 El abuelo suelta una sonora carcajada - ¿Miedo dices? Aquel niño no conocía el miedo porque en su mente solo había sitio para la ilusión.

Kobe Bryant Ricky Rubio Mundial FIBA Baloncesto España USA

La ilusión de enfrentarse a los mejores del mundo. Tenía una seguridad en sí mismo como no he visto jamás en nadie de su edad. En ningún momento se le vio amedrentado. Jugó todo el partido como si lo estuviera haciendo contra sus amigos en un patio de colegio. No lo hizo nada mal, incluso creo que les “birló” un par de balones. La verdad es que era un espectáculo verlo. Aquello sirvió para que los americanos se fijaran en él y, al año siguiente se lo quisieran llevar a la NBA.

- Y se iría, supongo…

- Pues no. Por desgracia, la vida le tenía reservadas al pobre chico muchas sorpresas desagradables en forma de obstáculos que iba a tener que sortear, y ese año llegó el primero. Su equipo le pedía una millonada para dejarlo marchar, así que no pudo irse. Tal fue su frustración que incluso los demandó, pero al final tuvo que acabar yéndose a otro equipo a ganar más dinero. El sueño americano tuvo que esperar hasta un par de años después.

- ¿Y aquello fue legal? Me hubiera gustado conocer los detalles del caso. Quizá lo busque en los archivos. De todas formas, menuda jugarreta le hicieron ¿no? Supongo que eso perjudicó en gran medida su carrera.

- Pues la verdad que no sé qué decirte. Yo personalmente recuerdo aquellos dos años como una exhibición constante del potencial de sus habilidades. El chico era exageradamente bueno, pero creo que aquel periodo le sirvió para alcanzar cierta madurez deportiva. Ya sé que resulta ridículo hablar en esos términos de un chaval de 19 años, pero hay que recordar que llevaba compitiendo desde los 11 años. Con 20 ya lo había ganado todo a este lado del océano y se tenía que ir porque estaba perdiendo el tiempo.

- ¿Y finalmente se fue? – preguntó el hijo con una entonación que evidenciaba estar interesado por el relato.

- La verdad es que no lo recuerdo muy bien. Quizá una de esas cervezas me ayudase un poco a refrescar la memoria [sonríe pícaramente]

- ¡Menudo pájaro estás hecho! Te doy una si no se lo dices a Sonia. Sabes que no le gusta que bebas mientras tomas la medicación.

- Si es por eso no te preocupes, hace semanas que no tomo las pastillas.

- ¡Papá!

- ¡Es mentira, coño! Que poco sentido del humor tenéis los picapleitos. Anda acércame una.

Registrate gratis en NBA ID y disfruta de un 10% de descuento en NBA Store

El abuelo bebe un trago de su cerveza mientras pasa con cuidado una página de su libreta y se ajusta las gafas leyendo sus anotaciones.

- ¿Dónde habíamos quedado? ¡Ah sí! El chico se va a estados unidos. Lo habían escogido en la 5ª posición del draft, por encima incluso del que luego sería el mejor tirador de todos los tiempos. Stephen Curry. Creo que quitando a Gasol es el que más arriba fue seleccionado de todos los españoles que allí fueron.

Ricky Rubio fichaje Minnesota Timberwolves Draft 2009

- ¿Draft? ¿Escoger? No entiendo muy bien eso, papá. Él se fue porque lo fichó un equipo de allí, ¿no?

- No hijo, es algo más complicado que eso. Por resumirte un poco, cada año los equipos escogían a nuevos jugadores de una lista oficial que les proporcionaba la NBA. El equipo que quedaba el último aquel año, escogía el primero el año siguiente. Así se intentaba asegurar que todos los equipos tuvieran oportunidades de tener buenos jugadores y crear proyectos.

- ¡Fascinante! – Replicó el hijo – Me parece una forma increíble de buscar la ecuanimidad deportiva. Entonces, si lo escogieron el número 5, quiere decir que era muy bueno y ellos lo sabían ¿no?

- Pues claro que lo sabían. Lo sabía todo el mundo. Su juego era lo más espectacular que se había visto en mucho tiempo. Era rápido, inteligente, con una velocidad de manos estratosférica y por encima de todo, tenía una visión de juego sobrenatural. Era capaz de ponerle el balón a un compañero en cualquier lado de la pista sin ni siquiera mirar hacia él. Era como si tuviera la capacidad de ver el partido desde otro ángulo desde el que supiera donde estaban todos sus compañeros. Como cuando juegas a un videojuego y tienes una cámara cenital.

Muchos veían en él detalles de Magic Johnson, aunque a mí personalmente siempre me recordó a otro gran genio que revolucionó el baloncesto. Pistol “Pete” Maravich.

El equipo al que fue en Minnesota, no tardó en ser uno de los más atractivos para los espectadores a este lado del charco. Yo le decía a mi madre que me tenía que quedar a estudiar de noche siempre que él jugaba, y la pobre se lo creía. Según se iban a dormir mis padres yo me ponía el partido inmediatamente en el ordenador. Al día siguiente siempre andaba reventado de sueño y con cara de zombi, pero merecía la pena. Era como ver magia sobre la pista. Sus hábiles entradas a canasta, sus pases imposibles, la endiablada velocidad que le imprimía al ataque en transición de aquel equipo, su insultante habilidad para robar balones…Cierto es que no ganaban demasiados partidos, pero era de lo más entretenido de ver en toda la liga. Y es que el chico no sabía jugar sin divertirse. Realmente lo necesitaba, y creo que de esa necesidad convertida en cualidad, era de donde emanaba su luz. Entendía la vida como el baloncesto y el baloncesto como la vida, y en ambas perseguía tenazmente ser feliz y hacer feliz a todo el que le rodeaba.

Registrate gratis en NBA ID y disfruta de un 10% de descuento en NBA Store

Siempre una sonrisa en la cara, siempre una felicitación oportuna a un compañero que hacía algo bien, siempre unas palabras de ánimo para alguien que fallaba un tiro, siempre buscando subir la moral del equipo en los tiempos muertos. Lo que los entrenadores llaman un “jugador pegamento”. Para él, lo más importante era el equipo, los compañeros, el grupo.  Era un compendio de virtudes tan excepcional, que pronto hizo que la afición se enamorara literalmente de él. ¿Cómo no prendarte de un jugador cuya principal virtud es hacer buenos a los demás?

De repente, todos los chavales que por aquél entonces jugaban al baloncesto querían ser como él. Ya nadie quería tirar triples como Allen, machacar como Carter, tirar en suspensión como Jordan o jugar al poste como Duncan. Ahora querían dar pases imposibles, robar balones, hacer escurridizas entradas a aro pasado con la mano cambiada y controlar el juego del equipo. Todos querían ser como él. Un fenómeno social pocas veces visto en España con anterioridad. Lo que no sabía nadie es el esfuerzo que le había costado al muchacho llegar hasta allí, porque cuando eres joven, te centras en admirar y envidiar los resultados sin saber el trabajo que cuesta conseguirlos.

- Supongo que allí no llegaría cualquiera, por muy bueno que fuese ¿no?

- ¡Por supuesto que no! – replicó el abuelo – el muchacho fue educado correctamente en la cultura del esfuerzo y tenía una ética de trabajo sobrehumana. De pequeño se levantaba a las 6 de la mañana para ir al colegio donde estudiaba hasta las 11. De ahí se iba a entrenar en metro y muchos días no salía del pabellón hasta la noche, cuando su madre iba a recogerlo.  Cenar, acostarse y repetir. Yo a su edad no hubiera soportado ese ritmo de vida. Y claro que era bueno, pero el trabajo le hizo mucho mejor. Kevin Durant decía que “El trabajo gana al talento cuando el talento no trabaja lo suficiente”. En este caso, talento y trabajo iban de la mano elevados a la máxima expresión soportable por un cuerpo y una mente de 13 años. De ahí el resultado final. Una vez en la NBA su nivel de exigencia personal aumentó aún más si cabía, pues siempre tenía presente que la mejor manera de mejorar a su equipo era empezar por mejorar él mismo.

- ¿A ti qué es lo que más te gustaba de él, papá?

- Sin rodeos te diré que su humildad. Era alguien que había ganado con 20 años todo lo que se podía ganar en Europa, batiendo los récords de precocidad incluso cuando se colgó una plata en los juegos olímpicos y en el que, sin embargo, jamás pude apreciar un ápice de soberbia o arrogancia. Mi eterno recuerdo de él es aquella imagen de chico tímido amigo de sus amigos que disfrutaba haciendo lo que más le gustaba. Él no lo sabía, pero regalaba lecciones de vida en cada partido, en cada declaración a la prensa, en cada programa o entrevista que hacía. Todas y cada una de sus expresiones, tanto dentro como fuera de la pista eran oro para quien las supiera entender, interpretar y aprovechar.

Registrate gratis en NBA ID y disfruta de un 10% de descuento en NBA Store

La prensa deportiva española, siempre ávida de nuevos ídolos para encumbrar y así vender ejemplares, colocó al chaval en un pedestal altísimo del que yo temí que se cayera por vértigo. Afortunadamente no fue así. Siempre supo gestionar de una manera impropia para alguien de su edad aquel pesado cartel que le colgaron de “héroe nacional”, y no desaprovechaba jamás cualquier oportunidad para quitarle importancia al asunto. Era alguien que no conocía el fracaso y que sin embargo vivía en un ejercicio de humildad constante.  Ahí residió siempre, para mí, su mayor grandeza.

- ¿Y qué tal le fue finalmente en la NBA? – preguntó el hijo mientras abría otras dos cervezas a la vez que esbozaba una sonrisa de complicidad mientras miraba hacia atrás vigilando la posible llegada de su mujer – Cuéntamelo porque ahora me has dejado intrigado…

- Pues como te dije antes, la vida le tenía reservadas un montón de feas sorpresas que iba a ir colocándole estratégicamente en momentos determinados de su carrera. Es como si alguien allí arriba [señala al cielo] se hubiera empeñado en hacer todo lo posible para hacerle desistir de cumplir sus sueños.

En su primer año, cuando estaba deslumbrando a la liga, se rompe los ligamentos de la rodilla en un choque contra Kobe Bryant, uno de sus ídolos de juventud. Estuvo fuera bastante tiempo, aunque le operaron y quedó bien. Aquello lo apartó de jugar en los Juegos Olímpicos del 12, donde España volvió a intentar ganar a los americanos. Tampoco hubo suerte aquella vez. Él siguió luchando, y a pesar de que su equipo no ganase, nunca cesó en su empeño por intentar elevar a aquel grupo lo más posible en la competición. Tanto fue así que le premiaron renovándole el contrato por unos buenos millones. Pero después llegó otra lesión. Se hizo mucho daño en un tobillo y lo tuvieron que volver a operar. Para un chaval tan joven y explosivo, llevar dos roturas encima era un hándicap muy importante. Volvió al tiempo, pero el equipo seguía sin ganar, y se vio sumido en una situación anímica muy complicada a la que la vida quiso poner una nefasta guinda con la muerte de su madre.

Ricky Rubio Kobe Bryant Minnesota Timberwolves Los Angeles Lakers

- ¡Oh no! ¿Qué le sucedió? – Preguntó el hijo con gesto triste.

El abuelo mira al frente con un gesto serio que poco a poco se va transformando en uno triste a la vez que la mirada va descendiendo hasta el suelo.

- El cáncer hijo, el maldito cáncer – responde con la voz rota y los ojos vidriosos – el mismo hijo de perra que nos arrebató a tu madre cuando tú eras muy pequeño.  Su madre era su mejor amiga, igual que lo era tu madre para mí. Y es por eso que aquello aumentó mi admiración por él y me hizo crear un enorme vínculo emocional. Él sabía que su madre estaba enferma y se culpaba a sí mismo por estar lejos de ella. Aquello le condicionaba su juego, por supuesto, pero jamás dijo nada. Agachó la cabeza e intentó seguir siendo el mejor cada noche.

Al final pudo estar un tiempo cerca de su madre antes de que ella se fuera. El justo para darle las gracias por haberle cogido siempre de la mano y levantarle cuando más lo necesitaba. El día que ella se fue, le prometió al cielo que nunca dejaría de luchar con una sonrisa en la boca, como ella había hecho.

Registrate gratis en NBA ID y disfruta de un 10% de descuento en NBA Store

Él no lo sabía, pero me estaba dando otra impagable lección de vida.

Aquellos momentos provocaron que la idea de dejar el baloncesto sobrevolase su cabeza, pero lejos de hacerlo, comprendió que había que vivir el presente con más fuerza aún, pues como él mismo dijo muchas veces “Hoy estás aquí y mañana no”

Volvió a la competición y siguió tratando de mostrarle al mundo todo el baloncesto que llevaba dentro, pero el contexto no acompañaba y cada vez le resultaba más difícil. Entonces lo traspasaron a otro equipo que era mejor, en Utah. Allí tendría la posibilidad de optar a competir algo más. Tenían buena plantilla y un entrenador que confiaba en él, así que solo tuvo que hacer lo que mejor sabía. Era como un director de orquesta, solamente que esta vez tenía mejores músicos.  En poco tiempo ya se había hecho con el equipo y se llevaba tan bien con sus compañeros que parecían una pequeña familia. El equipo aprovechó bien aquella sinergia y tuvo un par de años muy buenos en los que llegaron a las eliminatorias. Por fin había encontrado su sitio y su proyecto. De repente, todo el mundo parecía estar asombrado de lo bueno que era. Te aseguro que el que se sorprendió de aquello es porque no había visto mucho de él anteriormente.

Ricky Rubio Utah Jazz

Pero la vida volvió a ser injusta con él y su equipo decidió fichar a un jugador que ocupaba su misma posición y que al parecer, era más bueno que él. Ya te digo que a mí no me lo parecía. Todo apuntaba a que no lo iban a renovar y se iba a quedar sin equipo, pero en ese momento no creo que le importara demasiado. Había recuperado las sensaciones, la confianza y le había enseñado de nuevo a la NBA de lo que era capaz de hacer cuando estaba en el sitio adecuado.

- Pero, lo volvieron a contratar ¿no?

- ¡Pues claro! No tardó en llegarle una oferta de otro proyecto muy bueno cargado de talentos jóvenes necesitados de alguien que los dirigiera. Los Suns le ofrecieron un muy buen contrato por varios años más. Era otra oportunidad para exhibir la absoluta madurez que había alcanzado su juego. Aquel Chico explosivo e impulsivo de los primeros años se había convertido en un auténtico ordenador capaz de optimizar sus recursos y los de sus compañeros en beneficio de un bien común. Era el punto álgido de su carrera y lo sabía, así que ese verano asumió un reto que tenía pendiente. Una espina clavada más bien. Debía liderar a la selección española en un mundial. “Lo malo” de haber sido contemporáneo de una generación como la de los Gasol, Navarro y compañía es que siempre proyectaban la sombra del liderazgo del combinado nacional. Algo que iba a cambiar drásticamente aquel verano gracias a las ausencias y al nivel de confianza con el que el muchacho llegó aquel verano. "Siento que este tiene que ser mi Mundial", declaró unos días antes de que empezara. Y vaya si lo fue…

Registrate gratis en NBA ID y disfruta de un 10% de descuento en NBA Store

El chico lideró al equipo nacional con maestría hasta llevarlos a ganar el campeonato sin haber conocido la derrota. Fue nombrado mejor jugador del mundial, escogido en el mejor quinteto y además se convirtió en el máximo asistente de la historia de los mundiales. De aquella noche mágica guardo dos ilustraciones muy bonitas, mira, mira.

- A ver…

- Mira, éste es Kobe Bryant entregándole el premio al mejor jugador. El mismo con el que chocó cuando se rompió la rodilla la primera vez, ¿Recuerdas?

- ¡Si claro! Las vueltas que da la vida ¿no?

Ricky Rubio MVP Kobe Bryant Mundial FIBA

- Pues sí, hijo. La verdad es que hay veces que los designios del destino son tan caprichosos y enrevesados que hasta dan miedo. Pero mira, esta otra es mi favorita.

- ¿Qué bonita, por favor? Me imagino lo que significa…

Ricky Rubio MVP FIBA BALONCESTO

- Pues sí, es exactamente lo que piensas. Él lo resumió en un “gracias por guiarme, te quiero mamá”

En aquel momento se encontraba en la cima del mundo, como quien dice. Hasta los más críticos con él, aquellos que año tras año decían que “debería volverse a Europa” se tuvieron que tragar sus palabras. Curiosamente, la gente que solía pensar así es la que no veía partidos de la NBA y pensaba que allí no se defendía, que no pitaban los pasos y paparruchas por el estilo. En España siempre hubo mucho entrenador y jugador frustrado que cree que lo sabe todo en la barra de un bar con una cerveza en la mano. Por cierto, hablando de cerveza… esta se me ha calentado…

- No papá [riendo] no se te ha calentado, te la has bebido y ya no hay más peticiones viciosas hasta que me cuentes toda la historia, porque en breve va a venir Sonia con Junior y se nos acabó el cuento.

- ¡Vale, vale!, tampoco hace falta que te pongas en plan “letrado” conmigo. Se acepta la protesta, señoría. A ver donde había quedado, ¡Ah sí! Volvemos a Estados Unidos. Como era de esperar, aquel equipo de jóvenes talentos comenzó a carburar bajo la hábil batuta del chico, que se había ganado de sobra el respeto de todo el país. El equipo mejoró sus registros y estuvo a punto de meterse en las eliminatorias. Parecía que se había formado un bloque sólido sobre el que desarrollar un proyecto competitivo y ganador, pero inexplicablemente el destino le tenía guardado otro revés de similares características al último.

Registrate gratis en NBA ID y disfruta de un 10% de descuento en NBA Store

- ¿Otra lesión?

- No. Lo que ocurrió es que de nuevo el equipo al que tanto había ayudado a mejorar, iba a traspasarlo para conseguir los derechos de otro jugador que ocupaba su misma posición. En aquel mismo instante, el chico se dio cuenta de que. Por mucho que amara aquello, en el fondo debía reconocer que era un negocio. Un día eres un fuera de serie y al siguiente solo vales para ser moneda de cambio. Y lo peor de todo es la sensación de que a tu equipo le da exactamente igual donde vayas a parar.

- ¡Vaya, qué lástima!  ¿lo enviaron a un sitio bueno por lo menos?

- Pues la verdad es que no. Ahí comenzó un tedioso periplo en el que pasó fugazmente por un “equipucho”, luego volvió a su primer equipo a reencontrarse con su antigua afición y al final lo mandaron a otro equipo, los Cavaliers. Muchos veían ese destino como el cementerio definitivo al que iría a arrastrarse sin pena ni gloria los últimos compases de su vida deportiva en la NBA. Se equivocaron de nuevo. El chico tenía la habilidad de convertir la derrota y la adversidad en fuerza para seguir luchando. Cada patada en la entrepierna que la vida le regalaba, conseguía infundirle más y más ganas de luchar.  Además, en este último equipo se iba a reencontrar con un buen amigo, excompañero suyo, al que la prensa también daba por acabado. Un chico que también había tenido lo suyo en cuanto a problemas se refería. El caso es que se unieron de nuevo, cogieron a los jóvenes talentos de la mano y se propusieron ser el equipo revelación de aquella temporada. Nadie daba un duro por ellos y antes de darse cuenta, jugaban como una máquina bien engrasada y ganaban partidos a diestro y siniestro. Lo había hecho de nuevo. Otro proyecto al que llegaba y que de repente empezaba a funcionar a las mil maravillas. ¿Casualidad? Yo no lo creo. No había ningún misterio, solo trabajo, esfuerzo, cohesión, mentorización y aquella eterna capacidad suya de transmitir alegría sobre la pista. Divertirse siempre fue una condición sin ecuánime en su vida.

Recuerdo una vez en su primer equipo que se dirigió a un compañero suyo ruso. No era malo, pero era un cabeza de chorlito y siempre tenía cara mitad seria mitad triste, como la que suelen llevar los rusos [carcajada]. Pues lo coge, le da una colleja, y le dice:

- “¡Eh, Alexey! Cambia esa cara, se feliz, ¡disfruta, hostia!”

Ricky Rubio segunda etapa Minnesota Timberwolves

- Bueno, creo que no dijo “hostia”, pero me gusta el énfasis que le da a la frase.

El caso es que aquel equipo de Cleveland, al igual que todos los demás en los que militó, se contagió de aquel espíritu y continuó dando la sorpresa. Tan bien iban las cosas y tanta era la renovada confianza del muchacho, que un día, sin que ni el mismo lo esperase, eclosionó.

- ¿Eclosionó? – preguntó el hijo – no entiendo

- Si. Eclosionó, explotó, como lo quieras llamar. Es lo que hacen los jugadores muy buenos cuando entran en una especie de trance durante el que todo les sale bien. Aquella noche iba a ser su gran noche, como diría Raphael [ambos ríen] y no iba a suceder en cualquier sitio. Un buen amigo mío al que le gustaba contar historias llamado Iván Ruiz, escribió una vez que “Nada era lo suficientemente grande si no ocurría en el Madison”. Aquella frase cobró especial sentido aquella noche en Nueva York. 

Salió desde el banquillo e hizo el mejor partido de su carrera. Metía todo lo que tiraba, daba igual si tiraba en buena o mala posición. El partido era suyo y lo dominó desde que salió a la pista. Metió puntos por doquier, dio asistencias hasta aburrirse y volvió a asombrar al mundo, con su capacidad para resurgir de sus cenizas como el ave fénix. Aquella noche batió no sé cuántos récords que no recuerdo, pero lo que no se me borrará jamás de la cabeza es su cara al acabar el partido. No recuerdo haber visto a nadie con una cara de felicidad semejante en toda mi vida.

Ricky Rubio Cleveland Cavaliers

- ¡Qué momento tan increíble debió ser! – interrumpió el hijo – me imagino que lo celebraría casi como si fuera un campeonato.

- Pues sí y no, hijo. Por supuesto que lo celebró. Lo hizo porque era la enésima batalla que le ganaba a la vida. El destino le había subestimado y él aprovechó otra vez la oportunidad para reafirmarse. Pero no duró demasiado. Su privilegiado sentido común le hizo enfriar pronto sus emociones y recapacitar sobre lo acontecido. No era necesario darse golpes en el pecho, no era necesario sonreír mientras medio mundo le echaba flores. Era momento de reflexionar. En la rueda de prensa habló de todo lo que había pasado hasta llegar allí, del control de las emociones tanto en la derrota como en la victoria, de la madurez, del proceso. Él siempre decía que un gran objetivo se componía de muchos pequeños objetivos y en ese momento, estaba intentando explicarle al mundo que aquella gloriosa noche, para él solo representaba un pequeño objetivo conseguido más que le acercaba a su meta final. 

Registrate gratis en NBA ID y disfruta de un 10% de descuento en NBA Store

Cuando algo malo te sucede, tienes tres opciones: Dejar que te marque, dejar que te destruya o dejar que te fortalezca. En aquel punto de su carrera, el muchacho era moralmente indestructible. Tanto, que la propia vida se ofendió por todos los reveses que el chico le había devuelto y se tomó su venganza…

- ¿Cómo? ¿Y ahora que le pasó -preguntó el hijo alterado

- Pues que, en el mejor momento de su carrera, mientras estaba jugando otro partido increíble, su rodilla se volvió a hacer añicos.

- ¡No!

- Si, hijo. Literalmente añicos. Ya no pudo jugar más aquel año y su equipo tuvo que traspasarlo para poder traer a alguien en su lugar. El país entero se conmocionó y maldijo al unísono al destino en un grito que se debió de oír hasta en la luna.

- ¿Y luego? ¿qué pasó? ¿se recuperó?  

- No lo recuerdo, hijo. A los pocos días nos dijeron que tu madre estaba enferma. Mi vida cambió por completo y me alejé de todo lo que no fuera ella. Necesitaba cada momento de mi vida para cuidar a mi bien más preciado [Llora mientras el hijo le pone el brazo sobre el hombro]. Pero, aunque le perdí la pista, el último recuerdo que tengo de él es un mensaje que mandó a los aficionados y que decía: “Volveré, pero seré más fuerte”

Cada uno en la vida es libre de escoger un referente y yo hacía tiempo que había decidido que aquel muchacho me había enseñado demasiadas cosas como para no ser el mío. Literalmente me mostró el camino. El recuerdo de su fortaleza alimentó la mía hasta tal punto, que le prometí, aunque dudo que me oyera, [sonríe] que de una manera u otra conseguiría hacer que su recuerdo estuviese presente en mi vida y en la de mi familia para siempre.  Luego llegaste tú y al poco tiempo tu madre se apagó [llora]

- Vamos papá, no llores y dame un abrazo.

Padre e hijo lloran y se funden en un emotivo abrazo, algo que hacía tiempo que no sucedía. En ese instante, llega Sonia con Junior.

Registrate gratis en NBA ID y disfruta de un 10% de descuento en NBA Store

- ¡Pero bueno! ¿A que vienen tantos arrumacos, caballeretes? – dijo sonriendo Sonia – tenemos que entrar que se enfría la comida.

- Si, ahora mismo vamos – contestó el hijo secando las lágrimas con disimulo mientras coge a Junior de la mano a la vez que el abuelo lo coge de la otra y los tres caminan hacia la casa.

- Por cierto, papá, todavía no me has dicho como se llamaba el chico.

- No Ricky, aún no te lo he dicho. Para eso vas a tener que esperar a la siguiente historia y a la siguiente cerveza.

Dedicado a un jugador excepcional y aún mejor persona:

Don Ricard Rubio Vives

 

Un artículo escrito por un fan, un gran fan de la NBA.

En NBA Spain te damos tu hueco en la sección 'Rincón del Fan'. Si quieres mandarnos tu artículo hazlo a este email: nbaidspain@grassroots.es a través de esta sección.