Escrito por Iván Ruiz
Capítulo 2: Asesinato en el Seattle Express.
En un deporte tan extremadamente plástico como lo es el baloncesto, resulta realmente complicado escoger como favorita, una sola entre todas las suertes que se desarrollan sobre el parqué. Rebotes capturados a alturas inalcanzables por mortales, pases con trayectorias inverosímiles que llegan a su destino, lanzamientos desde una distancia a la que algunos apenas veríamos el aro y tapones tan sumamente expeditivos que hacen peligrar la integridad del balón, son algunas de las predilectas del respetable. Pero hay una acción que prevalece irremediablemente por encima de todas las anteriores. Una que condensa en su ejecución una mortífera mezcla de explosividad física, competitividad y rabia a partes iguales. Un lanzamiento que solamente vale dos puntos, pero que posee una carga anímica bidireccional tan gigantesca que es capaz de invertir totalmente la inercia de un partido. Como ya habréis adivinado, me refiero a los mates con oposición, popularmente conocidos como “In your face” o “Poster Dunks”.
Aunque estoy seguro de que habréis visto muchas y muy buenas acciones de este tipo, insisto en que me acompañéis en un nuevo viaje temporal para revivir uno que marcó un antes y un después en la historia.
¡Vamos allá!
Contexto y protagonista
Corría el año 1992 y mientras medio mundo se centraba en las inminentes olimpiadas de Barcelona, los hoy desaparecidos Seattle Supersonics intentaban rememorar viejos laureles del pasado, afrontando los playoffs con un equipo en reconstrucción bastante aceptable, comandado por Ricky Pierce y secundado por un núcleo de jugadores jóvenes entre los que destacaban especialmente dos.
Por un lado, el eléctrico base de segundo año Gary Payton. Un jugador osado y charlatán, que rezumaba olor a baloncesto callejero por todos y cada uno de sus poros. Su compañero, el controvertido Ala Pívot procedente del Concord High School (Indiana), Shawn Kemp. El muchacho llegó a la liga sin pasar por la universidad y con una carta de presentación repleta de problemas personales, pero también con la etiqueta de ser una indómita fuerza de la naturaleza. Alguien con una capacidad nunca vista para volar e imprimir sacudidas a la canasta en cada mate. Juntos, y a las órdenes del también revolucionario George Karl, consiguieron imprimirle al juego de los Sonics un diferencial carácter veloz, agresivo y espectacular, que pronto cautivó a propios y extraños. El fugaz contraataque orquestado por Payton y ajusticiado por Kemp después de un Alley – oop estratosférico, pronto se convirtió en la seña de identidad del equipo, de la pareja y del propio Shawn Travis Kemp, nuestro protagonista de hoy. El desmesurado apetito por los aros de Kemp motivó al legendario speaker de los Sonics, Kevin Calabro, a apodarle “The Reignman”, un nombre que había visto en un póster y que venía a significar “El que reina en la lluvia”.
Al nuevo equipo de moda les estaban esperando los Golden State Warriors. A pesar de que los pupilos de Don Nelson habían roto el triángulo mágico “TMC” por la marcha de Mitch Richmond, habían terminado la temporada regular con 55 victorias siendo los primeros en anotación de toda la liga gracias a un baloncesto dinámico y con poca especulación. Chris Mullin y Tim Hardaway comandaban a los de la bahía de Oakland. El enfrentamiento estaba servido.
Arrancaba motores la primera ronda de eliminatorias y como no podía ser de otra manera, dados los contendientes que la protagonizaban, pronto se convirtió en una batalla inmisericorde entre dos de los equipos más verticales de la competición. Baloncesto físico en estado puro, como lo era el de finales de los años 80´y principios de los 90´. En el primer asalto en Oakland, los Warriors se vieron sobrepasados por un monumental Kemp que se fue hasta los 28 puntos y 16 rebotes. Para dar magnitud a la superioridad exhibida por el 40 de los Sonics hay que apuntar que lanzó a canasta con un 66% de acierto y que la mitad de sus rebotes (8) los consiguió en el tablero rival. No sólo ninguno de los interiores de los Warriors fue capaz de poner freno a semejante avalancha, sino que el precio a pagar por dedicarse exclusivamente a intentarlo fue desaparecer casi por completo del plano ofensivo.
Don Nelson no era precisamente un novato y le bastaba un solo partido para localizar el talón de Aquiles de Shawn Kemp. El de los Sonics era un jugador de los que se guían por sensaciones y actúan por instinto, como la bestia que era. Pero Nelson sospechaba que su peligrosidad tenía una relación directamente proporcional con sus impulsos. Si eran capaz de desviar estos hacia otra cosa que no fuera el aro, evitarían otra sangría anotadora. Para llevar a cabo tal estrategia, Nelson excluyó del quinteto titular a Tyrone Hill para alinear al veterano Alton Lister. Un pívot rocoso curtido en mil batallas que tenía su misión meridianamente clara: Sacar a Kemp de sus casillas.
Lister se empleó a fondo con Kemp en el segundo partido y no le permitió apenas anotar con facilidad, evitando así que se encontrase cómodo sobre la pista. Con el partido ya casi decidido a favor de los californianos, Shawn Kemp remonta la línea de fondo y se dispone a machacar el aro con violencia, pero Tim Hardaway le propina un fuerte empujón mientras está en el aire. Kemp se gira y a la primera persona que ve es a Lister. Inmediatamente genera una trifulca que termina con puñetazos al aire y ambos jugadores por los suelos. Falta flagrante, Técnica para ambos y Shawn Kemp mentalmente fuera del partido. A pesar de solo haber jugado 14 minutos, Lister había conseguido su objetivo, pues Kemp acabó con una nefasta serie de 5 de 14 en tiros.
Con la serie empatada, la eliminatoria se desplazaba a Seattle y, aunque los Warriors continuaron con la estrategia del “Hack a Kemp”, esta vez no dio los frutos deseados. Mucho más calmado y centrado en su papel, Kemp se dedicó a anotar con efectividad cuando se lo permitían y a convertir los tiros libres de las numerosas faltas que iba recibiendo. Victoria sencilla para los de George Karl que revertían la situación y dejaban la ronda muy encarrilada a su favor.
El momento
30 de abril de 1992 - Seattle Center Coliseum.
Cuarto partido de la eliminatoria con ventaja de los Supersonics por 2 a 1 ante los Warriors. El resultado del encuentro puede ser definitivo para la serie y los 14.000 espectadores que abarrotan el antiguo pabellón de Seattle lo saben. Están decididos a empujar desde los primeros compases del juego, gritando y alentando a su equipo como si les fuera la vida en ello, aunque eso signifique estar de pie la mayor parte del encuentro. Sobre el parqué, las fuerzas y las pizarras están más que igualadas. Después de 3 arduas contiendas sin tregua, Don Nelson y George Karl conocen a la perfección las estrategias de su rival y saben lo que hacer exactamente en cada momento para contrarrestarlas. El partido se torna farragoso por momentos sin que aparezca una deriva clara que no sea la alternancia en el marcador. Pero al igual que la calma precede a la tormenta, esta atmósfera estaba preparando a los presentes para lo que allí iba a suceder…
Con 6 minutos del segundo cuarto por jugar, Marciulonis falla un tiro en suspensión a 5 metros bien punteado por Payton, y Shawn Kemp se hace con el balón que inmediatamente pasa a manos del propio Payton para que arme el contraataque con rapidez. El base invierte el balón a la izquierda donde lo espera Ricky Pierce para intentar progresar hacia canasta, pero al llegar a la línea de fondo recibe un dos contra uno y está a punto de perder el balón. Desesperado, se gira hacia atrás y le lanza el balón a Kemp, que se encuentra sin marcaje alguno en el centro de la pista.
Y es entonces cuando ocurre.
Kemp agarra el balón, encara la canasta y arremete contra la zona embistiendo como un bisonte. Décimas de segundo después, el pabellón ruge enloquecido y corea al unísono el nombre de Kemp. En la pista hay gente en el suelo, gente con las manos en la cabeza y otros tantos mirando las pantallas, pero… ¿Qué demonios ha ocurrido?
Toda la secuencia de la bestial acometida tiene lugar a una velocidad vertiginosa. Primero, Kemp esquiva la mínima oposición de Billy Owens. A continuación, pasa al lado de Chris Mullin, cuyo cerebro decide en décimas de segundo que la mejor opción es apartarse de su camino. Por último, después de marcar los dos pasos y elevarse más de un metro del suelo como si de un antílope se tratase, se planta en frente del último rival que obstaculiza su inminente llegada al aro y hunde el balón con una violencia desproporcionada. El impacto es inmenso y genera una onda expansiva que propicia que salga despedido ese último obstáculo, que no es otro que Alton Lister. El pívot de los Warriors permanece en el suelo intentando asimilar lo que le ha sucedido, y no es el único. Las decenas de miles de espectadores que abarrotan las gradas del Coliseum aún permanecen boquiabiertas mientras observan las repeticiones con estupor, pues cada ángulo de visión de la jugada es más sorprendente que el anterior.
Juzgad vosotros mismos:
Indescriptible, ¿verdad? Supongo que eso mismo pensó Alton Lister mientras Kemp le señalaba con autoridad después de haber perpetrado semejante acción. Un gesto de victoria de un depredador que por fin cobraba su presa y con ella su venganza. Lister cometió el error de estar en el momento equivocado en el sitio equivocado y pagó cara una descarga de frustración que realmente no debería haber sido para él, sino para Hardaway. Algo que el propio Kemp aclaró en una declaración post partido pidiendo disculpas a Lister.
La jugada inyectó moral a los locales cambiando la dinámica del partido y dándoles la victoria definitiva en la serie.
Alton Lister pasó a la historia de la peor manera de las posibles, sufriendo en sus carnes un mate “in your face” como nunca antes se había visto. Más que un mate un atropello, casi un asesinato en grado de tentativa. Una acción que marcaría un antes y un después en este tipo de jugadas y que aún hoy, está considerada una de las más impactantes de la memoria colectiva de la competición. El momento sería recordado para la posteridad con el nombre de “The Lister Blister”
Con la esperanza de que hayáis disfrutado de nuevo conmigo en este nuevo viaje temporal por mi colección de grandes momentos de la historia de la NBA, os emplazo con ilusión al siguiente capítulo.
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