Escrito por Iván Ruiz.
Son las seis de la tarde y hay unos más que tropicales 27 grados en Gran Canaria. El sol, calienta abrasador esa habitual masa nubosa, mezcla de nubes y polvo africano que suele cubrir las islas más altas por la acción de los vientos alisios, provocando un efecto invernadero, único e inigualable, al que los canarios llaman “panza de burro”. Israel, conduce su coche por la autovía en dirección a la ciudad de Las Palmas después de haber descansado lo que ha podido, pues el fatigoso turno de noche no evita que la vida se detenga, y más aún si tienes hijos. Música alta, gafas de sol y ventana abierta, para refrescar la cara con aire natural, rumbo a recoger a uno de sus dos vástagos. David, de 11 años, ha escogido el baloncesto como deporte y su padre está encantado, pues es una disciplina que, siempre ha admirado, muchas veces ha jugado, pero que lamentablemente nunca se decidió a practicar en serio, a pesar de tener buenas condiciones físicas para ello.
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El viaje concluye e Israel espera a que aparezca David, charlando junto a otros padres frente al pabellón donde entrena el equipo “Los Pitufos” en el barrio de la Isleta. De repente, la calma se ve interrumpida por una avalancha de niños que corren alterados, presa de las endorfinas, a contarle, cada uno a sus progenitores todas y cada una de las cosas que le han sucedido durante el entrenamiento. Rápidamente, David localiza a su padre y se funde en un abrazo con él para posteriormente dirigirse hacia el coche e iniciar el viaje de vuelta a su casa, situada en el hermoso pueblo de Valsequillo.
- ¡Bueno, campeón! Cuéntame, ¿qué tal se ha dado la tarde? – pregunta Israel.
- ¡Muy bien! – se apresura a contestar David mientras palmea rítmicamente el balón que sostiene como si de un trofeo se tratase - ¡hoy hemos aprendido a hacer bloqueos!
- ¿Bloqueos? Pero si aún no sabéis casi ni botar bien con las dos manos – replica mientras suelta una abundante carcajada.
- ¡Oye!, sí que sabemos. Somos muy buenos y este año lo vamos a ganar todo. Luego te enseño lo bien que me salen ya los “crossover”. Además, tenemos a un chico nuevo que mide casi como tú y juega que alucinas. Tiene 11 años también, pero es increíble. ¡Hasta llega a machacar! - añade con una tierna mezcla de admiración y envidia.
- ¿A machacar? – exclama sorprendido – pues sí que tiene que ser grande y saltar mucho…
- ¡Mucho! – afirma con mezcla de envidia y resignación – pero debe tener algo raro, porque escuché al entrenador hablar con su padre y le dijo una cosa muy extraña.
- ¿Extraña? – pregunta asombrado Israel - ¿A qué te refieres con “extraña”?
- Le dijo que era un unicornio – perplejo mientras eleva manos y hombros en señal de incredulidad – No puede ser un unicornio porque no existen ¿verdad papá?
- Bueno…realmente sí que existen, pero no de la manera que tú lo imaginas. No son caballos con un cuerno y crin de colores, sino otra cosa distinta, aunque relacionada en esencia con los unicornios en los que tu piensas.
- Entonces, papá, ¿Qué es un unicornio? – clama David visiblemente intrigado.
- Mira, hijo… En el mundo del baloncesto, cuando dicen que un jugador es un unicornio, no significa que sea un caballo con un cuerno. Lo dicen porque ese jugador es tan especial, que nos recuerda a un ser de fantasía. A menudo son enormes, tipos de más de 2,10 metros. Jugadores que en teoría deberían jugar muy cerca del aro, igual que solían o suelen hacer los pívots clásicos por su condición de pesados y lentos. Pero resulta que estos tipos tan peculiares, tienen habilidades que no son propias de su tamaño. Algunos son capaces de botar y driblar como si fueran bases, otros lanzan triples con la precisión de un francotirador, y también los hay capaces de defender en todas las posiciones.
- Gente que por sus habilidades extraordinarias no parecen ser de este mundo, de ahí que se les haya puesto el apodo de un personaje mitológico – finaliza Israel mientras David escucha expectante.
- ¡Vaya! ¿Y hay muchos de esos? ¿tú has visto alguno? – interroga con curiosidad.
- Pues la verdad es que sí – afirma pensativo – recuerdo unos cuantos, pero también es cierto que ahora se tiende a denominar así a la ligera a gente por destacar mucho en una cosa y es injusto – aclara - ¡vamos a hacer una cosa! En cuanto lleguemos a casa y meriendes, busco un artículo que escribió hace poco un buen amigo mío que sabe un poco más que yo de esto, en el cual hacía una lista de los que él consideraba Unicornios de verdad. ¿Te acuerdas de Iván el que jugó con nosotros hace unas semanas en la cancha de Escaleritas?
- ¡Pues claro que me acuerdo! – afirma entusiasmado
- No se hable más – sentencia mientras aparca el coche ya delante de su casa – vete a buscar a tu hermano y poneros a merendar mientras enciendo el portátil y busco el artículo.
- ¡Voy corriendo, papá! ¡Quiero ver si el chico de mi equipo está en esa lista
Pasa un buen rato y David acude corriendo al salón al encuentro de su padre, esta vez con su hermano pequeño Adrián que, aunque no es tan amante del baloncesto como su hermano, se ha sentido poderosamente atraído por una supuesta historia sobre unicornios que le han prometido mientras devoraba la merienda con rapidez.
- Bueno, pues aquí tengo la famosa lista de Unicornios, pero para completar la jugada, además os he seleccionado algunas fotos y vídeos de todos y cada uno de ellos, porque ya me imagino que si no, os iba a resultar un poco aburrido ¿verdad? – aclara mientras los niños asienten con vehemencia - ¡Pues vamos allá!
- Veamos quién es el primero de la lista… ¡Oh si! ¿Cómo no? – sonríe mientras observa el texto con la solemnidad propia de quien va a contar una leyenda – El primer unicornio se llamaba Wilt Chamberlain, al que Iván hace referencia como:
“EL PIONERO DE LO IMPOSIBLE”
- ¡Es enorme! – se sorprende David
- Pues sí, creo que unos dos metros y dieciséis centímetros. Chamberlain jugó hace mucho tiempo, tanto que incluso las canastas se sujetaban en la pared, y no en el suelo como ahora. Era un deportista excepcional, tan grande y tan bueno que aún hay gente que piensa que no era real. Dominaba a sus rivales de tal manera que parecía sacado de un videojuego. Uno en el que lo hubieran programado para ser invencible.
- ¿Cómo cuando te creas en el NBA 2k y te pones todo a 99? – sugiere David
- Efectivamente, hijo. Algo parecido, aunque pueda parecer exagerado. Para que os hagáis una idea, imaginaros alguien que sea capaz de meter 50 o más puntos por partido… ¡en todos los partidos de la temporada!
- ¿Qué? – Vocifera David con manifiesta incredulidad – imposible
- Sí, sí… todos. No uno, no dos, ¡todos!” – asiente – no solo consiguió eso, sino que aún a día de hoy, muchos de sus récords no han sido superados. Mira, aquí en el artículo lo pone: “Wilt posee aún 72 récords de la NBA vigentes, de los cuales 68 son individuales”. Ya de por sí parece una barbaridad ¿verdad?, pues veréis cuando os cuente su récord más famoso…
- ¿Cuál es, cuál es? – vociferan al unísono
- Pues nada más y nada menos que… - sonríe durante una pausa dramática - ¡anotar 100 puntos en un partido!
- ¡Noooo! ¡eso es imposible! ¿Qué dices? – exclama David con los ojos como platos – si el otro día ganamos nosotros por 35 a 29.
- Si que es posible, hijo, sí que lo es. Chamberlain era una especie de jugador total, por eso es, por derecho propio, el primer unicornio de la lista. Era un super atleta que se podía haber dedicado a cualquier otro deporte y habría sido de los mejores del mundo sin demasiado problema. Corría y saltaba como una gacela, y tenía una resistencia sobrehumana. Simplemente era superior a cualquier otro. Y ahora, mirad algunas imágenes de aquel portento.
- Alucinante ¿Verdad? – sonríe mientras busca de nuevo en el texto – pues es sólo el comienzo. El segundo de la lista tampoco se queda corto. Os presento a Kareem Abdul Jabbar, conocido en sus inicios como Lew Alcindor, y al que Iván bautizó como:
“EL POETA DEL CIELO”
- ¿Escribía poemas? – pregunta David extrañado
- No hombre – responde mientras suelta una carcajada – aunque podría haberlo hecho perfectamente. Realmente es una manera bonita de decir que su juego era muy elegante. Como cuando un jugador es muy habilidoso y dicen que es “un mago” ¿lo pillas? Aunque por otra parte también era alguien muy culto y místico, casi como un monje.
- Vale, vale, lo entiendo. Pero, ¿lo del cielo?
- Pues lógicamente también tiene su explicación. Kareem no solo era muy alto, más incluso que Chamberlain, sino que además era tremendamente elegante en sus movimientos. De entre todos ellos, destacaba increíblemente uno inventado por él, que se llamaba “Skyhook”, que significa en español: “gancho del cielo”. Y he ahí la razón del apodo.
- ¡Guau! ¡Gancho del cielo! – repite David fascinado - ¡Mola! Y, ¿cómo lo hacía?
- Pues realmente solo él sabe cómo lo hacía porque, además de ser un movimiento literalmente imparable, nadie jamás ha conseguido realizarlo con su eficacia. Era como si tuviera un truco de magia o un superpoder que podía lanzar cuando le diera la gana. Mirad una foto de uno de esos portentosos ganchos. ¿Espectacular, ¿verdad?
- ¡Madre mía! ¡Pero si su mano está más alta que la canasta!
- Ese era una de las razones por las que el “gancho del cielo” era casi imparable. No había muchos jugadores que llegasen ahí arriba, así que, durante años, muchos defensores tenían pesadillas solo de pensar que tenían que intentar detenerlo al día siguiente. Solamente recuerdo a Wilt Chamberlain, el primero de la lista, taponando este tiro. Pero Kareem era mucho más que un lanzamiento. Fue un defensor imponente, un buen pasador, y tan bueno en ataque que durante casi 40 años fue el jugador de toda la historia de la NBA que más puntos había anotado. Lo fue hasta que llegó un tal LeBron James.
- ¡Eh, eh!¡A ese sí que lo conocemos! – dicen ambos emocionados.
- ¿Si verdad? – sonríe Israel - Pues fíjate si Kareem era bueno que solamente LeBron ha conseguido superarle. Era tan dominante, incluso de joven, que cuando jugaba en la universidad le prohibieron hacer mates porque nadie era capaz de detenerlo. Increíble, ¿verdad? También, al igual que Chamberlain, aún tiene algún que otro récord vigente, aunque ni de lejos tantos.
Mirad, en este vídeo podéis ver como jugaba.
- Fijaros como, según vamos avanzando en el tiempo, las imágenes ya son en color y de mejor calidad. La cosa va mejorando poco a poco y nos vamos ya a por el tercer unicornio de la lista. ¿Quién será? – pregunta imitando el ruido de un redoble de tambor
- ¿Quién?, ¡Vamos, dilo ya! –saltan nerviosos sobre el sofá
- ¿Y si os digo…? ¡Au, au, au! – grita mientras se golpea el pecho
- ¿Qué haces papá? ¡Estás loco! – ríe David mientras su hermano imita a su padre sin saber muy bien lo que hace.
- No hay otra manera posible de presentar al tercero que no sea así, porque como era un auténtico guerrero, Iván lo llamó:
“EL ESPARTANO”
En el tercer lugar tenemos nada más y nada menos que a Kevin Garnett, uno de los competidores más fieros que han existido. alguien que no conocía el significado de la palabra “rendirse” como Leónidas y sus 300 guerreros en las Termópilas"
- ¡Ah, vale! Ya sé de qué hablabas antes – afirma pensativo David – esa película de guerreros antiguos que no nos dejas ver, ¿Verdad?
- Esa misma. De todas formas, si estáis interesados en la historia de Esparta os puedo traer unos libros muy interesantes para que la conozcáis - comenta sonriendo pícaramente – y si no, os toca esperar hasta los 16.
- Mmm, yo casi que aguanto unos años y veo la película – sentencia muy convencido David – Bueno, a ver, cuéntanos algo de ese tal Garnett. ¿Era tan duro como para llamarlo “guerrero”?
- ¿Duro? Kevin Garnett era un luchador nato que comenzaba su batalla desde antes del pitido inicial y la terminaba bastante después de haber terminado el partido. Siempre libraba tres batallas a la vez en cada encuentro: una contra el rival, otra contra los árbitros y una última contra el público en caso de que jugasen como visitantes. Garnett era la intensidad elevada a la máxima potencia materializada en un jugador.
- ¿Y por ser un tipo duro ya lo considera un unicornio? – inquiere David – porque seguro que malotes había muchos.
- ¡Excelente pregunta, hijo! – responde orgulloso – Garnett está en la lista porque su llegada puso patas arriba la ortodoxia posicional.
- ¿La qué? – replica asombrado
- A ver como te lo explico… Garnett tenía la altura de un pívot, la movilidad y el tiro de un alero, y la agilidad mental de un base. Era un jugador que podía hacer cualquier cosa sobre la cancha, a pesar de medir 2,11 metros. Era una ametralladora en ataque y un muro en defensa. Aquello pronto comenzó a ser una pesadilla para sus defensores y aún mas para los que él defendía, que podía ser cualquiera del otro equipo. A todo eso le sumas lo que antes vimos de su carácter luchador supremo y obtienes a un jugador que marcó una época.
- ¡Vaya! Tenía que ser una pasada verlo jugar, ¿Verdad papá?
- Era algo increíble. Espectáculo en estado puro a cada minuto. Para que os hagáis una idea, su apodo era “Big Ticket” que significa “Gran Entrada”, y se lo pusieron porque él era la principal razón por la que la gente venía a ver jugar a su primer equipo, los Minnesota Timberwolves. Y si volvemos al apartado de los récords, este señor tiene uno impresionante que lo define definitivamente como un jugador legendario: Kevin Garnett es el único jugador en la historia en registrar más de 25.000 puntos, más de 10.000 rebotes, más de 5.000 asistencias, más de 1.500 robos y más de 1.500 tapones durante su carrera en la NBA. ¿Qué os parece?
- Buff! ¡Que barbaridad! – exclama David mientras lee incrédulo el dato de la pantalla del ordenador.
- Pues sí, una auténtica locura digna de un integrante de esta selecta lista, que como veis, está bastante bien hecha ¿No? Y eso que aún faltan unos cuantos. Pero antes de pasar al siguiente, voy a dejaros disfrutar un poco del espectáculo que era Kevin Garnett.
- Bueno, no os quejareis, ¿verdad? – sonríe Israel mientras reanuda su búsqueda en el artículo – os prometí una buena historia y os estoy contando auténticas leyendas. Y… ¿Sabéis que es lo que mas me fascina de las leyendas?
- ¿Qué? – responden al unísono los dos pequeños, intrigados.
- Pues el hecho de que muchas de ellas están ocultas. Algunas están tan escondidas que jamás se sabe de ellas. Y otras permanecen tanto tiempo sin que nadie las encuentre, que cuando aparecen ya han perdido mucho valor. Una auténtica lástima – exclama con gesto entre triste y nostálgico.
- Como un tesoro enterrado, ¿no?
- Exacto. El cuarto unicornio de esta historia es, precisamente, eso: un tesoro escondido. Uno que solo unos pocos privilegiados conocieron en su esplendor. Os presento a Arvydas Sabonis, al que todo el mundo conocía por el apodo de “El Zar” pero al que Iván decidió llamar:
“LA LEYENDA OCULTA”
- Hasta ahora habíamos ido respetando una línea temporal, pero ahora toca hacer una excepción.”. Cosas del guion – aclara con gesto de resignación – y es que este jugador, curiosamente, fue muy muy bueno, antes de llegar a la NBA.
- ¿Antes? – pregunta David extrañado – lo normal es irse a la NBA cuando eres joven y luego intentar ser muy bueno allí o si no marcharse a Europa o China ¿no?
- Hoy en día funciona así, hijo, pero no siempre fue “tan sencillo” llegar a la NBA por muy bueno que fueras. Había otros muchos factores determinantes. Que luego os contaré. Primero déjame que os detalle como era este asombroso jugador. Sabonis era un portento de 2,22 metros de altura que dominó a su antojo el baloncesto europeo en los años 80, llevando a su equipo y a su selección a ganarlo absolutamente todo. Era un gigante ágil, fuerte y con una visión de juego que parecía sacada del futuro. Realmente fue el precursor de un modelo de jugador alto que podía lanzar triples. Podemos decir que, dentro de la categoría de los Unicornios, fue el pionero en tirar triples. De todas formas, si algo llamaba la atención en él por encima de todo, era su insultante facilidad para dar pases imposibles.
- Fijaros si era bueno y dominante que junto a su selección consiguieron ganarles a los americanos el campeonato del mundo y los juegos olímpicos.
- ¿Cómo dices? ¿Ganarles a los americanos? – pregunta muy sorprendido David
- Pues sí, cierto es que por aquél entonces los americanos no llevaban jugadores profesionales a los campeonatos, pero perdieron. Mirad, aquí Iván asegura que: “es más que posible que, en aquel momento, Sabonis fuera el mejor pívot del mundo, pero al no jugar en la NBA no tuvo la oportunidad de demostrarlo”.
- Pero… ¿Por qué no fue a la NBA, papá? No lo entiendo.
- Sí que fue, pero llegó muy tarde, y cuando lo hizo ya no era aquel espectacular joven que parecía una mezcla entre un oso y un violinista – bromea mientras los niños ríen – y no fue por gusto, ¿eh? No es que no quisiera… es que no le dejaron.
- ¿Cómo que no le dejaron? ¿Quién no le dejó?
- A ver como os lo explico…En aquella época, oriente y occidente no se llevaban nada bien, especialmente Estados Unidos y La Unión Soviética. Nunca llegaron a entrar en guerra, pero había mucha tensión. Es como si dos niños de vuestra clase que no se llevan bien, se cruzan por el pasillo y se miran con mala cara, pero nunca llegan a pegarse ni nada parecido.
- Como Marcos y Rubén - exclama David - no se soportan, pero nunca se atreven a lanzarse los cromos a la cabeza.
- Si, más o menos. El caso es que Sabonis pertenecía a la URSS y, aunque en la NBA intentaron que jugase allí, su país no se lo permitió ir. Años después lo consiguió, pero ya era mayor y había sufrido lesiones. Aún así, pudo jugar unos cuantos años a un nivel más que aceptable, consiguiendo a pesar de la adversidad, demostrar su versatilidad e inteligencia privilegiadas.
La pena es que la NBA nunca disfrutó al Sabonis de los 80, un atleta superlativo que pudo haber rivalizado con las mayores leyendas del momento. Su impacto en la liga fue notable, pero solo una sombra de lo que pudo haber sido, dejando un legado global grandioso pero teñido de injusticia.
- ¿Ahora entendéis lo de “La leyenda oculta? Verdad. Un auténtico tesoro que permaneció “escondido” demasiado tiempo.
- ¿También hay vídeo de este jugador, papá? – preguntan ansiosos
- ¡Por supuesto que hay! -sonríe – al final no es lo mismo contarlo que verlo ¿verdad? ¡Dentro vídeo de Arvydas Sabonis!
- ¡Increíble! – Exclama David – Con lo grande que era, como se movía y los pases tan chulos que daba. ¡Vaya pasada!
- Sí, ¿Verdad? Pues os voy a decir una cosa que os va a dejar locos. De los 4 que ya hemos visto de la lista, ninguno es el más grande, ni el más rápido, ni el más listo ni el que mejor tira.
- ¿Queeee? – gritan casi a la vez mientras dan saltos de emoción.
- Sí, sí, como os lo cuento. Aún quedan 6 y la cosa promete, pero casi que lo dejamos para otro día ¿no?, porque se nos va a hacer muy tarde y ya casi es hora de cenar.
- Papá – dice David poniéndose en pie con gesto extremadamente serio – no nos puedes dejar así. Exijo al menos que nos enseñes uno más. Piénsalo, dejar la lista a la mitad es lo más justo.
- ¡Sí, porfa! – grita Adriàn también levantado y dando saltos con las palmas juntas en señal de ruego.
- ¡Venga vale, vamos a por el quinto! pero uno más y se acabó – cede mientras navega de nuevo en el texto buscando el siguiente jugador - ¡Oh, aquí está! A ver que dice el artículo sobre el siguiente:
“Hay tiros que cambian partidos, y otros que cambian el rumbo de la historia”
-Bueno, bueno… ¿que os sugiere esta frase? - dice Israel mientras mira a sus hijos con una ceja levantada
-Pues que es alguien que tiraba bien ¿no? Está claro – sentencia David levantando las manos buscando aprobación
-Pues sí, premio para el caballero. El siguiente de la lista era todo un arquero, por eso, aunque se llama Dirk Nowitzki, en la lista aparece como:
"ROBIN HOOD"
-A diferencia de Robin Hood, Dirk no vivía en el bosque de Sherwood, sino en Wurzburgo, una pequeña ciudad alemana que casi nadie en Estados Unidos conocía hasta que llegó él.
-¿Y también les robaba a los ricos?
-No, pero les anotaba triples en la cara, que es algo parecido – se ríe - Este jugador fue uno de los tiradores más letales de toda la NBA, y muy posiblemente, el mejor tirador de entre todos los hombres altos que han jugado al baloncesto. Al igual que Kareem Abdul Jabbar, tenía un lanzamiento que era su seña de identidad. Un movimiento propio, algo que está al alcance de muy pocos.
Un tiro echándose hacia atrás y apoyándose en una sola pierna, un movimiento tan difícil de ejecutar como de defender. Y todo ello midiendo 2,13 metros. Me encanta como lo define Iván en el artículo:
“Existen movimientos prácticamente indefendibles pero el “fade away” de Dirk era sencillamente Inevitable”
Y es que Dirk Nowitzki fue un genio del baloncesto contemporáneo que revolucionó la NBA.
- ¿Por qué? – preguntó David
- Pues por varias razones, hijo. Para empezar, no había jugadores de esa altura que pudieran tirar de lejos como él lo hacía, por lo que los defensores sufrieron lo indecible cuando se enfrentaban a él. También fue el primer europeo en ser nombrado mejor jugador de la NBA.
- ¿Cómo? ¿Fue MVP? – preguntó David visiblemente extrañado
- Sí, sí, MVP en el año 2007, pero quizá lo más importante, más aún que su MVP o sus increíbles números que luego veremos, es que se convirtió en el líder de un equipo, los Dallas Mavericks, y los llevo a ganar un campeonato. Eso si que era impensable hasta la fecha para alguien procedente de Europa. Y más si repasamos la lista de los rivales que tuvo que superar para ser campeón: Kobe Bryant, Pau Gasol, Kevin Durant, James Harden, Russell Westbrook, y en la final nada más y nada menos que al super equipo de LeBron James, Dwyane Wade y Chris Bosh. Casi nada… En esa lista hay muchos futuros integrantes del salón de la fama, y Nowitzki consiguió hacer que su equipo los superase a todos.
- ¡Jolín, pues sí que era bueno!
- Muy bueno, pero la auténtica grandeza de Dirk Nowitzki residía en que era así de bueno porque había trabajado y sufrido mucho para llegar a serlo. Otros tuvieron la ventaja de la genética o algún talento innato, pero Dirk lo consiguió todo a base de “Constancia y Superación”. Dos palabras que, además de reflejar fielmente la ética de trabajo legendaria de este jugador, dan nombre al genial libro que escribió sobre él, Kike García. Resumiendo, Este es el unicornio que más se lo ha currado para triunfar de toda la lista. ¡Y vaya si lo hizo!
-¿Ganó muchas más cosas? – pregunta David
- La verdad es que no ganó más títulos, pero dejó una huella imborrable en el baloncesto en general y en la NBA en particular. Se retiró como sexto máximo anotador de la historia de la NBA. Solo hay 9 personas que hayan conseguido anotar 30.000 puntos, y él es uno de ellos. También es el segundo jugador que más temporadas ha jugado para un equipo (21 años) siendo superado solamente por Vince Carter. Y si hablamos de triples…Uff, este dato es una auténtica locura. Si hacemos una lista con los triples anotados por jugadores de más de 2,13 metros de altura, Nowitzki es el líder absoluto (1982 triples) y el segundo esta a 867 triples de distancia.
En fin, un integrante de la lista con todo el merecimiento del mundo. Pero a todo esto... aún nos falta algo, ¿verdad?
- ¡El vídeo! – gritan entusiasmados con perfecta sincronía
- ¡Efectivamente! Vamos con el último vídeo del día. Con todos ustedes: ¡Dirk Nowitzki!, ¡el quinto unicornio!
— Bueno, caballeretes, y así, con Robin Hood anotando sin parar, acabamos este primer viaje por el universo de los unicornios. Pero no os preocupéis, porque aún quedan cinco criaturas mitológicas por descubrir. Veremos a depredadores, fenómenos llegados de muy lejos, maestros del caos con superpoderes… e incluso algún ser venido de otro planeta.
Si creíais que ya habíais visto lo más raro, lo más salvaje… esperad al siguiente capítulo.
Esto no ha hecho más que empezar.
Y ahora, a cenar... ¡y para la cama!
CONTINUARÁ….