Por Pablo Alberola

Sostener el peso de una grandeza obligada es algo que pocas franquicias pueden llegar a soportar. Los Boston Celtics fueron creados para ganar, o así es como entendía a su equipo Red Auerbach, constructor de los Celtics más laureados de la historia, primero como entrenador y después como General Manager y presidente.

Durante sus años al mando del conjunto de Massachussets, el equipo del leprechaun cosechó la gran mayoría de títulos que se exponen hoy en las vitrinas del TD Garden. De los 17 ganados, 16 fueron conquistados con Auerbach formando parte de la franquicia de alguna manera. Por eso es normal asociarle siempre con un puro entre las manos y, fiel a su filosofía, haciendo lo que mejor se le daba: ganar.

La realidad es que, tras aquellas épocas bañadas en oro de los Celtics, Auerbach no volvería a ver ganar a su equipo de nuevo tras su fallecimiento en 2006. Dos años más tarde, los verdes cosecharían el último de sus títulos con un nuevo súper equipo formado por Pierce, Garnett, Allen y Rondo.

Ahora, los Boston Celtics están ante la oportunidad de romper la racha de 15 años sin lograr conquistar el anillo y volver a ocupar el puesto de la franquicia más ganadora de la historia, después de que Los Ángeles Lakers empataran con ellos con el título cosechado en 2020.

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Elegidos para la gloria

Una época de sequía de tal calibre para los Celtics es inadmisible para sus seguidores. Tras la conquista del anillo en el 2008, aquel súper equipo se volvería a ver las caras en la batalla por el campeonato con su eterno rival, esta vez con distinto final para ellos, perdiendo contra Kobe Bryant y Pau Gasol.

Tras aquel Game 7, pasarían 12 años hasta que el equipo volviera a pisar unas NBA Finals. Doce años dan para mucho, o si no que se lo pregunten a los aficionados de los Boston Celtics. Pero no nos adelantemos a los acontecimientos.

Desde el 2009 hasta hoy, los Boston Celtics han pasado por distintas fases del proceso, marcadas por la caída de aquel equipo, la búsqueda de respuestas en una época de derrotas y una reconstrucción completa que se ha cimentado sobre dos piezas fundamentales, dos jugadores llamados a poner un nuevo banderín en lo más alto del Garden: Jayson Tatum y Jaylen Brown, los “Jay´s”.

El draft de la NBA es determinante para el devenir de un jugador. Puede convertirse en la decisión que marque una carrera. Los mejores jugadores jóvenes suelen recaer en franquicias en reconstrucción y cuentan con el beneplácito de un tiempo de adaptación, pero cuando llegas a una franquicia como Boston, aunque esté en horas bajas, ese tiempo se reduce drásticamente.

Desde que ambas estrellas fueran drafteadas en 2016 y 2017, los dos en tercera posición, una nueva esperanza empezó a latir en el corazón de la ciudad. Su entrada al equipo fue directa y respondieron con un rendimiento en la liga casi inmediato tras el paso de los primeros meses, pero cuando los resultados no llegan o, al menos, los resultados esperados para una franquicia como Celtics, se pueden empezar a escuchar las trompetas del juicio final.

En Boston debes convivir con la presión y con las expectativas. Solo hay que mirar arriba y ver nombres colgados en lo alto del estadio como el de Bill Russell, Robert Parish, John Havlicek o Larry Bird. No vale con dejártelo todo, debes ganar.

Oportunidades perdidas

En su primer año en la liga, Jaylen Brown alcanzó las finales de conferencia formando parte de un equipo liderado por un Isaiah Thomas estelar, aunque serían superados por los favoritos en el Este, los Cleveland Cavaliers de LeBron, en cinco partidos.

Jayson Tatum llegaría al equipo la temporada siguiente acompañado de una nueva superestrella que venía a liderar el proyecto, o al menos eso creían desde el Front Office. Kyrie Irving aterrizaba en el verano del 2017 siendo el elegido para ser la primera espada de aquel joven equipo, aunque una lesión en la rodilla le dejaría sin post-temporada, provocando dudas sobre las posibilidades de Boston por la lucha en playoffs.

Tatum y Brown se pusieron el equipo a la espalda cuando apenas eran un par de rookies y consiguieron que los Celtics alcanzaran de nuevo las Finales de Conferencia promediando 36.5 puntos por partido entre los dos en Playoffs. A pesar de todo, el equipo se volvió a dar de bruces contra los Cleveland Cavaliers en un agónico Game 7 en Boston. Se quedaron a un solo partido de llegar a las Finales. Esto supuso el primer clavo en el ataúd de Irving, que acabó con su mala marcha del equipo al final de la siguiente temporada tras varias confrontaciones con el resto del vestuario. Smart lo dejaría muy claro: “Éramos un equipo disfuncional. Nosotros, no solo yo, el mundo entero y Kyrie, sabíamos que él no llegó al nivel de juego que se esperaba. Todos lo podríamos haber hecho mejor, no solo el ayudar a Kyrie, si no ayudarnos los unos a los otros".

Aunque, como balance positivo, ese primer año mano a mano de los “Jay´s” daba aires de esperanza al pequeño leprechaun.

En 2020, en la burbuja, volverían a quedarse a las puertas de las finales tras caer frente a unos Miami Heat liderados por un Jimmy Butler sobrenatural, que, eso sí, no pudo tumbar a los Lakers de LeBron y Davies en la final, provocando que el eterno rival de Boston se colocara junto a ellos en el ranking de campeonatos empatados a 17 anillos. Todas las alarmas saltaron en ese momento: el legado de Auerbach corría peligro.

Desde su primer año en el equipo, los “Jay´s” han disputado todos los playoffs que se han jugado hasta la fecha, aunque no sería hasta el año 2022 cuando el equipo volvería a pisar unas Finales de la NBA, doce años después. Tras dos series extenuantes a siete partidos frente a los Bucks de Antetokoumpo y tomándose la venganza sobre los Heat de Butler, los Boston Celtics se enfrentarían a los Golden State Warriors en la última ronda. Pero las finales están para ganarlas y los Warriors, que de ganar algo saben, venían con un bagaje de experiencia mucho más grande después los éxitos cosechados la última década. Los Celtics no pudieron imponerse y los de la bahía de San Francisco conquistaron su cuarto anillo en 8 años en una serie que se alargó hasta el sexto partido.

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Sueños renovados

Tras varias temporadas quedándose a las puertas de lograr el objetivo, la franquicia se vio obligada a cambiar el rumbo. Algunos aficionados incluso hablaban de un giro de 180º con diferentes ideas de traspaso, incluyendo algunas con los “Jay´s” como moneda de cambio, pero Brad Stevens, GM de la franquicia, no dudó. Tatum y Brown se quedaban en Boston.

Después de una temporada 2022-2023 marcada por la suspensión del entrenador Udoka a principios de diciembre y en la que los Celtics volverían a caer en finales de conferencia frente a los Heat, Stevens y la dirección tomaron la decisión de que era el momento de hacer ajustes.

Con plena confianza en Joe Mazzulla después de hacerse cargo del equipo a mitad de la temporada anterior, Stevens disipo cualquier duda sobre la inexperiencia de su entrenador: "Nuestros jugadores, nuestro personal, todos los que lo rodean creen en él, y tenemos que hacer todo lo posible para apoyarlo en el futuro". Con todo esto, sumado a Tatum y Brown obligados a dar un paso adelante como estrellas ya consolidadas, hacía falta terminar de construir el rompecabezas con las piezas correctas. El mercado de traspasos se antojaba movido en Boston.

Los Celtics tuvieron que sacrificar en un doloroso traspaso a Marcus Smart, que había sido nombrado defensor del año en 2022 y contaba con una alta estima entre los aficionados, para traer desde Washington a un Kristaps Porzingis que andaba algo perdido por la liga tras su paso por los Mavericks. El movimiento generó una gran disparidad de opiniones, pero en cuanto el letón empezó a jugar como sabe, las dudas fueron desapareciendo. Con él en pista ganaron 43 de los 57 partidos que disputó durante la temporada regular, promediando 20.1 puntos por partido y 7.2 rebotes, y consolidándose como una pieza clave para Mazzulla dentro y fuera de la zona.

Por otro lado, la llegada de Lillard a Milwaukee dejaba colgado a todo un Jrue Holiday que recalaba en unos Portland Trail Blazers en plena etapa de reconstrucción tras la salida de su estrella. Ante esta partida de dominó que se estaba jugando, Brad Stevens movió rápidamente ficha para hacerse con los servicios del base estadounidense, dando a cambio jugadores importantes hasta la fecha como Brogdon o Robert Williams III. Jrue era una apuesta segura, siempre ha sido un jugador de intangibles, el factor X de los Bucks campeones, pero, además de lo que no se ve, ha sumado 12.5 puntos y 5 asistencias por partido en temporada regular.

Stevens arriesgó y ganó. Tras el mercado, consiguieron dar forma a un equipo que funcionó como un reloj suizo bien engranado que cerró la temporada como el mejor equipo de la liga: 64 victorias y tan solo 18 derrotas. Los traspasos, sumados a la importancia de jugadores de rol claves como Derrick White o Horford y, por supuesto, a su pareja de estrellas, han dejado señales de encontrarnos ante un equipo casi imbatible en el que todos son capaces de sumar. Los Celtics se han convertido en un monstruo de muchas cabezas en la que todos sus integrantes se cubren las espaldas.

Avalando las sensaciones y las victorias con datos, los Boston Celtics han sido el mejor equipo en rating ofensivo de la liga esta temporada (122.2) y el segundo en rating defensivo, solo por detrás de Minnesota, (110,6). Un equipo imbatible en ambos lados de la pista.

Pero llegaba la hora de los playoffs y, con ellos, una nueva oportunidad de romper su pequeña maldición, Les tocaba responder a la gran pregunta: ¿Serían capaces de acabar el trabajo o los fantasmas del pasado volverían a hacerles caer justo al final?

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Ganar o morir

El principio de los Playoffs para los Celtics ha estado marcado por la lesión de Kristaps Porzingis, aunque rápidamente demostraron que este equipo podía funcionar perfectamente sin una de sus piezas clave. El reloj siguió marcando la hora sin problema. En primera ronda fulminaron en cinco partidos a unos Miami Heat que no contaban con Jimmy Butler tras una lesión en el play-in. Los Celtics esperaban en segunda ronda al ganador del Game 7 entre Cavaliers y Magic.

Cleveland avanzó a semifinales de conferencia, aunque poco pudieron hacer ante unos Celtics superlativos que se vieron beneficiados tras las lesiones de Donovan Mitchell, Caris Levert y Jarrett Allen. Los de verde se acabaron llevando la serie en 5 partidos con grandes actuaciones de Tatum, Brown y Horford, entre otros. Así, Boston cerraba su pequeña venganza contra el equipo que les dejó fuera en 2017 y 2018 para quedarse de nuevo a tan solo un paso de las NBA Finals.

En el último escalón del Este se enfrentarían a los Indiana Pacers, que venían de ser el equipo revelación después de eliminar a los Milwaukee Bucks y a los New York Knicks con Tyrese Haliburton y Paskal Siakam como líderes del grupo. Aunque partían como favoritos, no se antojaba una final demasiado fácil para Boston. Finalmente, terminaron barriendo a Indiana en 4 partidos con un inolvidable triple para forzar la prórroga de Jaylen Brown en el Game 1 y un gran robo de Holiday en el Game 4.

Ahora, después de todo este camino, les toca enfrentarse al momento de la verdad: tocar el cielo colgando un nuevo estandarte junto al sus ídolos o seguir con una maldición que alargaría hasta los 16 años la racha de no conseguir sumar un título más en sus vitrinas.

No será fácil. En el otro lado esperan unos Dallas Mavericks liderados por Luka Doncic y un viejo conocido en Boston, Kyrie Irving, que volverá al Garden para intentar conseguir lo que no pudo con ellos. En la rueda de prensa hizo mención a su paso por el equipo de Massachusetts y mostró su arrepentimiento tras los rifirrafes del pasado: “La última vez en Boston sin duda no fue la mejor posible, y no hablo de esta temporada regular, sino de cuando jugamos playoffs y todos me vieron fallar y perder en parte la cabeza. No fue una gran versión de quién soy y de cómo me gusta competir a un alto nivel”. En su lado, un Kristaps Porzingis recuperado intentará demostrar también a su exequipo que tal vez él podría haber sido importante en el lejano Oeste.

La temporada pone su broche con unas NBA Finals en las que los Celtics esperan poner en valor el duro camino recorrido hasta llegar aquí, del que habló Tatum en la previa: “Nosotros hemos podido aprender de esa experiencia de estar en las Finales en 2022. No siempre logras una segunda oportunidad, así que intentaremos simplificar las cosas tanto como podamos para no cometer los mismos errores”.

Todo está listo en Boston para intentar rendir un homenaje a Auerbach y, quién sabe, si replicando lo que mejor hacía: ganar y celebrarlo con un buen puro.

 

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