Por Alejandro Gaitán (@alejandroggo)
Según la Real Academia de la Lengua Española, dictadura se puede definir como régimen autoritario de cualquier tipo. La siguiente acepción añade dos términos nuevos: predominio y fuerza dominante. La palabra tiene su origen del latín y significa “gobierno donde una persona da las órdenes”. La década de los sesenta en la NBA cumple todas y cada una de las características de una dictadura. La dictadura verde.
Lee 'La década de los cincuenta: Dinastías, transformaciones y rivalidades'
Desde el 9 de abril de 1959, cuando los Celtics sumaron el segundo anillo de su historia barriendo a los Lakers, hasta el 24 de abril de 1967, fecha en la que Philadelphia se llevaba su segundo título, pasaron 2937 días. Ocho años y dos semanas en las que la franquicia de Red Auerbach, Bill Russell, Bob Cousy y compañía no dejó el trono de campeona. Más de ocho años sin perder el anillo. De los diez títulos repartidos en los sesenta, Boston ganó nueve, sin importar si el rival se llamaba Lakers, Warriors o Hawks. La mayor dictadura vista en la NBA.
El monstruo verde
Los sesenta es la primera gran época de superestrellas en la liga. Los nombres propios representan el mayor atractivo de la competición, algo que no sucedía desde la retirada de George Mikan. A los Jerry West y Bob Pettit se unen Wilt Chamberlain, Oscar Robertson, Hal Greer, Jerry Lucas, Willis Reed o Rick Barry. Todos ellos leyendas de la competición y futuros miembros del Salón de la Fama que dominarían estadísticamente la NBA durante la década. Ante todos ellos tuvieron que competir los Celtics de Auerbach — competir y ganar.
El equipo de Boston cambió por completo el paradigma del baloncesto NBA con una mente privilegiada como Red Auerbach a la cabeza. Conceptos naturales hoy en día como la figura del sexto hombre, el contragolpe o el juego coral ofensivo parten de la libreta de Red. Su influencia fue tan grande que a los nueve anillos conseguidos como head coach se pueden sumar los siete que consiguieron sus pupilos: dos Bill Russell, Tom Heinsohn y KC Jones, todos ellos con Boston, y uno Bill Sharman como entrenador de los Lakers.
El estilo de juego se convirtió en la piedra angular de la franquicia, una que sigue reflejada en los pasillos del TD Garden en el presente y que se basa en tres pilares: defender, correr y jugar en equipo. Los conjuntos de Auerbach ponían siempre la defensa por encima del ataque, buscando forzar al rival a tiros complicados. Contaban con Bill Russell en la pintura, cinco veces máximo reboteador de la competición y el primer gran taponador del baloncesto, una estadística que no se cuantificaba por aquel entonces. De Bill, el balón salía dirigido a Bob Cousy, un base de talento generacional que corría la pista a un ritmo al que solo sus compañeros podían seguir, creando ventaja física y numérica. Transiciones rápidas como forma de vida.
Regístrate gratis en el NBA ID y disfruta de un 10% de descuento en NBA Store
Una vez en ataque, solo tenía que elegir la mejor opción para finalizar: Tom Heinsohn, KC Jones, Sam Jones, Frank Ramsey o Bill Sharman eran las posibilidades, ninguna mala. Una vez Cousy se retiró, KC Jones tomó el relevo como base y sumó nuevas armas a su ofensiva, jugadores como John Havlicek, el máximo anotador en la historia de la franquicia, o Bailey Howell. Incluso figuras como Clyde Lovellete o Carl Braun llegaron a formar parte de la plantilla de Boston alguna temporada. Pero siempre, por encima del individual estaba el colectivo.
Por eso, cuando Red se cansó de ganar, encontró en casa a su heredero, porque nadie entendía el baloncesto igual. En 1966 Auerbach dejaba el banquillo de los Celtics poniendo rumbo a la gerencia, funciones que ya realizaba como entrenador. Y su sustituto fue Bill Russell, el que todavía era jugador de la plantilla, y quién por tres temporadas compaginó ambos cargos. Se convirtió en el primer entrenador afroamericano, rompiendo otra barrera de color en la liga. En su primer año, la racha de anillos consecutivos de Boston llegaba a su final, pero para 1968 y 1969, devolvería a los Celtics a lo más alto.
Red Auerbach dando explicaciones a Bill Russell
Sumando las eras de Red y Bill, en diez temporadas, Boston jugó las finales de división cada año sin fallo, perdiendo únicamente las de 1967 ante los 76ers. En total fueron 22 series de playoffs en la década, llevándose el triunfo en 21. Pero no por abusivo fue sin sufrimiento: ocho de ellas llegaron al séptimo partido, incluyendo cuatro en las NBA Finals. Ninguna de las series se decidió por la vía rápida, con otras cinco necesitando seis partidos. Boston era superior, pero cada duelo era una prueba de fuego: los Celtics eran el rival a batir. Todos querían derrocar a Boston.
Especialmente para Wilt Chamberlain. Destronar a los Celtics y a Bill Russell se convirtió, con el tiempo, en algo personal.
Una máquina de hacer historia
Nadie fue mayor rival de Bill Russell que Wilt Chamberlain. Entre Warriors, Sixers y Lakers, los dos grandes dominadores de la pintura en el baloncesto en los sesenta se enfrentaron en 143 ocasiones entre regular season (94 duelos) y playoffs (49 partidos, ocho series). Y como Boston, Bill Russell solía salir como vencedor. Estadísticamente, Wilt dominaba promediando más puntos, rebotes y mejores porcentajes de tiro, pero los Celtics se llevaron el 60.1% de los duelos y siete rondas de post temporada.
La única vez que Wilt pudo vencer a Russell y los Celtics en una serie de playoffs, Chamberlain promedió triple-doble (21.6 puntos, 32 rebotes y 10 asistencias) en cinco partidos. Y ni siquiera fue la mayor locura estadística en su carrera. En su año rookie se llevó el premio al mejor novato del curso y el MVP al mejor jugador, una hazaña solo igualada por Wes Unseld al final de la década. No se ha vuelto a repetir en la NBA. Para su tercer año promedió 50.4 puntos, con el famoso partido de 100 puntos ante los Knicks, dos récords a los que nadie se ha acercado: los 81 de Kobe son lo más parecido que hemos visto.
La cantidad de récords que acumula Chamberlain exigen, por cantidad y calidad, una página propia en la Wikipedia. Su regularidad es tal que una temporada promedió más de 48 minutos por partido, la duración de un encuentro NBA. Exactamente fueron 48.53 en 1962. Aquella temporada descansó solo ocho minutos, otra cifra que nadie podrá igualar. Además, a todos los récord individuales de anotación, rebotes y minutos, hay que sumar dos anillos, uno en Philadelphia y otro en Los Angeles, cuatro MVPs, 13 selecciones para el All Star y otras diez para los equipos All NBA.
Jugara donde jugara Wilt, siempre era el principal rival de los Celtics. Lo fue hasta enero de 1965, en los Warriors, primero en Philadelphia y más tarde en San Francisco. Lo siguió siendo a partir de la temporada 1966, con los Sixers, y en los últimos cinco años de su carrera, que acabó en 1973, con los Lakers. Solo se perdió playoffs una vez, accediendo a post season en 13 de las 14 temporadas que jugó y encontrándose con Boston por el camino en ocho de ellas.
Pero no fue el único gran rival de los Celtics.
Wilt Chamberlain luchando por un rebote con Bill Russell
Triples-doble y derechos
Mientras Wilt jugaba a anotar más de cincuenta puntos por partido, un jovencísimo Oscar Robertson hacía historia en Cincinnati. En su segundo curso, el base cerró una campaña entera promediando triple-doble, la única vista hasta la temporada MVP de Russell Westbrook en 2017. Fueron 30.8 puntos, 12.5 rebotes y 11.4 asistencias para llevar a los Royals a la post temporada por primera vez en un lustro. Se convertirían en el rival de conferencia de Boston.
La primera vez que se cruzaron, en las finales de división de 1963, los Royals llevaron a Boston hasta el séptimo partido para conseguir el billete para las finales, un sufrimiento al que los Celtics estaban más acostumbrados. Un año más tarde y con Robertson nombrado MVP de la competición, los Celtics solo necesitaron cinco encuentros para llevarse la serie 4-1, en el que se recuerda cómo el anillo más sencillo de la era Auerbach. Diez partidos de playoffs para levantar el título, un doble 4-1.
Oscar Robertson fue, además, uno de los presidentes de la Asociación de Jugadores de la NBA (la NBPA). Desde 1965 participó de manera activa en la lucha de derechos de jugadores contra propietarios, sobre todo tras la creación de la American Basketball Association. Conocida como la ABA, fue la liga de baloncesto que más tiempo sobrevivió paralelamente a la NBA. Algunos jugadores incluso llegaron a dar el salto entre competiciones buscando un mejor contrato o un cambio de aires.
El gran nombre fue Rick Barry, uno de los mejores anotadores de la década. Barry llevó los Warriors a las NBA Finals en su segundo año ante los Sixers de Chamberlain. Cerró la serie lesionado, anotando 40.8 puntos por partido y tras solo dos temporadas en la NBA, decidió mudarse a la ABA. No volvería hasta 1972, otra vez a Golden State (incluso lograría el anillo de 1975), pero fue pionero por abrir una puerta nueva, una alternativa. Y fue Oscar Robertson, como presidente de la NBPA, quién luchó contra la liga por ello, llegando a acudir a la Corte de Apelación de Estados Unidos.
Quizá su mayor contribución a la historia de la NBA, por encima de lo que pasó en la pista.
La miel en los labios
Principalmente porque en el parqué dominaban dos franquicias por encima del resto. Boston era quién se llevaba los anillos, pero los Lakers les lucharon cara a cara seis veces entre 1962 y 1969. Porque seis veces tuvimos un Boston contra Los Angeles en la serie por el título. El conjunto angelino dominó el Oeste mucho antes de que Wilt Chamberlain hiciera las maletas rumbo a Hollywood. Elgin Baylor y Jerry West eran la mejor pareja anotadora de la liga (promediaron 69.1 puntos juntos en 1962), con exhibiciones para el recuerdo. Cómo la noche que Baylor le anotó 71 puntos a los Knicks, marcando un récord que Wilt destrozaría en unos meses.
La primera vez que rozaron el título, en 1962 y con Fred Schaus como técnico, forzaron a los Celtics a un séptimo partido. Con 100-100 en el marcador del Boston Garden, Frank Selvy falló un tiro abierto de cuatro metros que hubiera supuesto la victoria de los Lakers. En la prórroga, Boston se llevó el que por entonces era el cuarto anillo consecutivo.
Otra vez en 1966 se repetía duelo y circunstancias: séptimo partido en un Boston Garden abarrotado. Los Lakers habían igualado la serie tras ir 3-1 abajo, pero otra vez dejaron escapar la oportunidad de llevarse el anillo en un ajustado 95-93. La afición local saltó a celebrar el campeonato cuatro segundos antes del pitido final arrollando a un Bill Russell que cerró la serie con 25 puntos y 32 rebotes. Para entonces, los Lakers ya estaban 0-5 en las finales ante Boston, por lo que tocaba tomar medidas drásticas.
En 1969, y tras otra derrota de los californianos a manos de los verdes (4-2 en 1968), Fred Schaus decide traspasar por Wilt Chamberlain. El que fuera entrenador de los Lakers pasó a trabajar en los despachos, formando parte del movimiento que cambió el paradigma de la liga. Con Wilt, los Lakers se volvían a meter en la serie por el título, pero esta vez con factor pista. Si sumamos a Baylor y West, Los Angeles partía como favorito para llevarse el anillo. Era un Lakers contra Celtics, un Chamberlain contra Russell, un séptimo partido de las finales, lo tenía todo. Y para postre, se entregaría por primera vez el premio MVP de las Finales.
Bill Russell defendiendo a Wilt Chamberlain
En el primer partido, West anotaba 53 y adelantaba a los Lakers. Dos días más tarde repetía con 41 y los Lakers se ponían 2-0 arriba, la primera vez que tenían ventaja de dos partidos ante Boston. La serie se mudaba al Este y los Celtics respondían con dos victorias ajustadas, con Havlicek como referente y la defensa como estandarte. Los siguientes dos partidos se los repartieron, Lakers venciendo en el Forum y Boston en el Garden. Y llegábamos al séptimo.
La celebración estaba más que lista en California, miles de globos aguardaban en el techo del pabellón con el mensaje “World Champion Lakers” escrito en ellos. En los asientos de cada fan un aviso en forma de panfleto donde dejaba claro que una vez el partido acabara, cuando los Lakers fueran campeones, los globos caerían y la banda tocaría música de victoria. El flyer con los planes de celebración llegó al vestuario de Boston que salió extra motivado. Otra vez, como había pasado las seis veces anteriores, los Celtics se acabaron llevando el anillo 106-108, dejando los globos colgados del techo del Forum. El MVP se lo llevó Jerry West, el único ganador en la historia de las finales que no ganó el anillo.
El título de los Celtics representó el noveno de la década y el undécimo en trece años, dos hitos inigualables.
Mudanzas, cambios y expansiones
La década de los sesenta sirvió para darle forma a la historia de muchas franquicias. En 1960, los Lakers habían dejado Minnesota rumbo a Los Angeles, donde siguen 61 años (y 12 anillos) más tarde. En 1962 fueron los Warriors que abandonaron Philadelphia y cambiaron de costa, mudando la franquicia a San Francisco — donde volvieron en 2019 tras varias décadas en Oakland. Un año más tarde, en 1963, fue turno de los Nationals, que emigraron de Syracuse a Philadelphia siendo refundados como los 76ers, nombre que mantienen en la actualidad. Los últimos en trasladarse fueron los Hawks, que dejaron St. Louis para asentarse en Atlanta.
Las cuatro franquicias siguen vigentes, en la misma ciudad y con el mismo nombre. Junto a Knicks, Celtics (originales desde el primer día) y Pistons, establecidos en 1957, son los equipos con la historia más longeva de la NBA uniendo ciudad y franquicia. Se pueden añadir los Chicago Bulls, fundados en 1966 o incluso cerrar la lista de diez con Milwaukee Bucks y Phoenix Suns, que entraron en la liga en 1968. Una temporada antes lo hicieron los Rockets, originalmente en San Diego y Seattle SuperSonics, pero ambos han pasado por movimientos y mudanzas desde su origen hasta el presente. La NBA cerraba la década con 14 franquicias, el número más alto desde 1950. Nunca más volvería a mirar atrás.
Parte del mérito recae en la figura de James Walter Kennedy, el que es el primer comisionado de la NBA. Kennedy relevó a Maurice Podoloff en el cargo de presidente de la liga en 1963, cuando la competición contaba con 11 equipos y no abandonó su puesto hasta 1975, ya con 18 franquicias establecidas. Para la historia quedará su huella cuando en 1967 decidió cambiar el cargo de presidente a comisionado, como lo conocemos hoy y heredaron Larry O’Brien, David Stern y Adam Silver.
Y mientras la NBA seguía creciendo, llegando cada noche a más hogares en todo el país y tratando de convertirse en la mejor liga del mundo, un imparable Lew Alcindor hacía estragos en la universidad. En 1969, Alcindor se graduaba tras tres años en UCLA. Durante esos tres cursos, ganaría tres títulos nacionales siendo tres veces mejor jugador del torneo, entre otra docena de premios individuales. Estaba a punto de llegar a la NBA otra pieza histórica, aunque muchos lo conocéis como Kareem Abdul-Jabbar. Pero su historia queda para otro capítulo.
Lew Alcindor atacando sobre Wilt Chamberlain
Los mejores jugadores de la década de los sesenta en la NBA
ALL DECADE 1st TEAM
PG — Oscar Robertson, Cincinnati Royals
SG — Jerry West, Los Angeles Lakers
SF — Elgin Baylor, Los Angeles Lakers
PF — Bill Russell, Boston Celtics
C — Wilt Chamberlain, Warriors, Philadelphia 76ers y Los Angeles Lakers
ALL DECADE 2nd TEAM
PG — Sam Jones, Boston Celtics
SG — Hal Greer, Philadelphia 76ers
SF — John Havlicek, Boston Celtics
PF — Tom Heinsohn, Boston Celtics
C — Jerry Lucas, Cincinnati Royals
HONORABLE MENTIONS
- Willis Reed, New York Knicks — C
- Bob Pettit, St Louis Hawks — PF
- Bailey Howell, Detroit Pistons, Baltimore Bullets y Boston Celtics — PF
- Lenny Wilkens, St Louis Hawks y Seattle SuperSonics — PG