Por Alejandro Gaitán (@alejandroggo)
Con la llegada de la nueva década, la expansión de la liga hasta un máximo de 17 equipos y el monopolio de las estrellas del baloncesto profesional, la NBA encaraba los cincuenta con un objetivo claro: mantener el crecimiento. Todavía liderados por Maurice Podoloff, la liga inicia un periodo de transición hacia el futuro, implementando mejoras en la competición y acercando el deporte a lo que se ha convertido en la actualidad: el mayor espectáculo del mundo.
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Es una década de nombres propios, de cambios bruscos, de llegadas clave y de salidas inesperadas. Es el momento de George Mikan, la llegada de los primeros jugadores afroamericanos a la NBA, la implementación de la regla de los 24 segundos y el inicio de la dinastía de los Celtics de Red Auerbach, justo a final de los cincuenta. Es la década del primer All Star, del debut de Wilt Chamberlain y sus duelos con Bill Russell, donde nacen las primeras rivalidades. Todo en una década de locura.
La primera gran dinastía
George Mikan y los Minneapolis Lakers empezaban la década como dejaron la anterior. Abusando, arrasando y consiguiendo un anillo nuevo para la franquicia. El segundo en dos años en la liga, esta vez ante los Syracuse Nationals en seis partidos. John Kundia se convertía en el primer entrenador en ganar el título más de una ocasión y en, por qué no recordarlo, conseguir el primer campeonato NBA oficial. Pero el de 1950 no iba a ser para nada el último de la franquicia de Minnesota.
Aquel curso fueron el segundo mejor equipo en temporada regular y se deshicieron de Chicago y Fort Wayne por la vía rápida para alzarse como campeones de división. Siempre liderados por Mikan, el triunvirato que formó con Vern Mikkelsen y Jim Pollard fue el primer big-3 de la NBA, en todas sus acepciones. Tres jugadores por encima de los dos metros que dominaron el baloncesto ganando cinco anillos entre 1949 y 1954. Solo en 1951 los Rochester Royals consiguieron frenar la dinastía, la primera de la liga.
Plantilla de los Minneapolis Lakers. Temporada 1950-51
Los Royals tuvieron que vencer a los Lakers en las Finales del Oeste, era el trámite exigido para poder pisar las finales y no lo desaprovecharon. Y la gran víctima, el mayor afectado, fueron los Knicks. Tres años consecutivos en las NBA Finals, tres años consecutivos yéndose de vuelta a Nueva York sin el título: dos veces ante los Lakers y el de 1951. Ante los Royals consiguieron remontar un 3-0 para igualar la serie; consiguieron remontar 16 para ponerse por delante con dos minutos en el séptimo partido, pero Bob Davies decidió el anillo desde la linea de tiros libres.
Tras el tropiezo, llegó el primer threepeat del baloncesto. Porque los Lakers supieron no solo recuperarse del batacazo del ’51 sino salir mejores. No importaba si delante estaban los Knicks (1952 y 1953) o los Syracuse Nationals (1954), la primera gran dinastía de la NBA tenía nombre y apellido, vestía de amarillo y jugaba en el Minneapolis Auditorium. Y para hacerlo más dulce todavía, se dieron el lujo de eliminar a los Royals en dos de los tres títulos conseguidos. Para el inicio de la temporada 1955, los Lakers tenían cuatro títulos de ventaja respecto a todos sus rivales, no habían perdido unas NBA Finals y eran el auténtico terror de la liga.
Imparables, indomables. No había nada que pudiera frenarles, ningún rival les hacia sombra. Pero al ganar el quinto título, George Mikan anunció su retirada y la NBA cambió por completo. Las lesiones y la familia fueron los principales motivos que alejaron del baloncesto a Mr. Basketball, como sería recordado. Volvió brevemente a mitad de la temporada 1956, tras un año y medio en blanco, aunque ya no era el mismo. Le sirvió, eso sí, para alcanzar los 10.000 puntos, el primero en conseguirlo en la historia, para ser nombrado Hall of Fame y mejor jugador de baloncesto de la primera mitad de siglo.
Y acabado Mikan, acabada la dinastía de los Lakers.
Una década pionera
La temporada 1949/50 empezaba con el añadido de ser la primera bajo el nombre de National Basketball Association, nombre que mantiene en la actualidad. Fue un curso donde el número de partidos era irregular según la franquicia, entre 62 y 68 y que acabo con la perdida de seis franquicias: Packers, Red Skins y Waterloo Hawks se fueron a la NPBL, Stags, Nuggets y Bombers desaparecieron por problemas financieros. Y para mitad de curso, los Washington Capitals también dejaban la competición. En un verano el tamaño de la liga paso de 17 a 10 franquicias, una manera de focalizar esfuerzos para el comisionado.
Fue una offseason en la que Earl Lloyd, Chuck Cooper y Nat Clifton hicieron historia, convirtiéndose en los primeros jugadores afroamericanos en llegar a la liga. Lloyd fue el primero en debutar, Cooper en ser elegido en el draft y Clifton en firmar un contrato, los tres pioneros que rompieron la barrera de color de la que hoy puede presumir la NBA. Sin ellos no habríamos tenido un Kareem, Jordan o Kevin Durant. De su llegada a la aparición de Bill Russell, Wilt Chamberlain u Oscar Robertson en el panorama NBA hay cinco años.
También 1951 se celebró el primer NBA All Star Game. El baloncesto estaba en el ojo del huracán por un problema de apuestas que afectó al deporte universitario y la NBA necesitaba volver a poner el foco en su liga. Fueron Podoloff, Haskell Cohen, director de publicidad de la NBA y el dueño de los Celtics Walter Brown los que tuvieron la idea de copiar el formato de la MLB. Se celebró en el Boston Garden y fue Ed Macauley, el pívot de la franquicia verde el primer MVP en la victoria del Este 111-94.
Bob Cousy en el NBA All-Star Game de 1951
Conseguido el objetivo de volver a hablar de baloncesto en Estados Unidos, el siguiente paso era llevarlo a todo el país y para ello era clave conseguir un acuerdo de televisión nacional. No fue hasta la octava temporada que la liga llegó a todas las casas a través de DuMont Television Network. Cada sábado a la tarde, el partido de la semana se podría disfrutar desde Los Angeles hasta Nueva York. Fueron en total 20 partidos siempre con la narración de Marty Glickman antes de que NBC adquiriera los derechos para el inicio de la próxima campaña. La multinacional neoyorquina permitía retransmitir en más cadenas y ahora sí, conseguir un producto global.
Casualmente, para el primer año de NBC, la liga aplicó el cambio de normativa más importante que se recuerda. Una normativa que sigue vigente, que no se ha cambiado en casi 70 años y que fue clave en el desarrollo de la NBA.
El reloj de posesión
Hoy en día es normal, al ver un partido de baloncesto en televisión, estar pendiente de los dos relojes en el marcador: el que indica cuánto tiempo queda para finalizar el cuarto y el que marca los segundos para finalizar la posesión. Hemos normalizado el entender que hay dos cronómetros funcionando al mismo tiempo y que salvo excepciones, son independientes el uno del otro. Pero no siempre ha sido así.
Antes de 1954, la NBA solo manejaba un reloj, el tiempo del cuarto. No había límite a la hora de mantener el balón y en ocasiones, muchas más de las que la liga quería, los equipos escondían el balón lejos del equipo rival con el objetivo de evitar que jugadores como Mikan dominaran el encuentro. La única manera de recuperarlo era hacer falta y, tras los tiros libres, iniciar el ataque. Y eso llevaba a partidos de absoluta desesperación para los aficionados que acudían al pabellón y estadísticas inverosímiles.
El peor ejemplo, el 22 de noviembre de 1950, cuando Fort Wayne Pistons vencieron a los Minneapolis Lakers 19-18, incluyendo un parcial de 3-1 en el último cuarto. Los jugadores de los Pistons lanzaron a canasta 13 veces en todo el partido solo para que los Lakers no pudieran anotar. Semanas más tarde, Rochester Royals e Indianapolis Olympians jugaron un partido con seis prórrogas con solo un tiro por tiempo extra. El equipo que ganaba el salto inicial mantenía la posesión hasta el último segundo, evitando que el rival tocara el balón.
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El comisionado Podoloff no era el único desesperado por este tipo de juego. Dirigentes de las mejores franquicias de la liga buscaban alguna manera de solucionar esta problemática, de conseguir que el juego fuera más rápido, reducir el número de faltas y en esencia, aumentar el espectáculo. La respuesta la encontraron Danny Biasone y Leo Ferris, propietario y general manager de los Syracuse Nationals: un reloj de posesión en ataque. Limitar el tiempo que las franquicias tienen para buscar una canasta.
La fórmula realmente fue bastante sencilla. Biasone analizó el box-score de los partidos que más había disfrutado y en promedio encontraba que los equipos lanzaban 60 veces por partido, por lo que dividió 48 minutos (o 2.880 segundos) entre 120 lanzamientos: el resultado eran 24 segundos por tiro. Podoloff llegó a definir el invento de Biasone como “el evento más importante de la NBA”. Para redondear la historia, los Nationals ganaron el primer anillo post-Mikan batiendo a Fort Wayne en siete partidos.
En la primera temporada en uso, con todavía muchos jugadores reacios al cambio de norma, el promedio de puntos por partido pasó de 79.5 a 93.1; para el cuarto año con los 24 segundos, se superaron los 107 puntos por equipo. Y por supuesto, la cantidad de aficionados que acudían a los pabellones creció un 40%. “Antes de la nueva normal el último cuarto era mortal. Con el reloj, tenemos acción constante. Ha permitido al juego progresar”, aseguraba Bob Cousy, base de los Celtics.
Porque una vez el baloncesto se volvió algo más parecido a lo que conocemos hoy, nadie lo dominó tanto como Boston. Podemos hablar de Cousy, podemos hablar de Bill Russell, pero todo empieza en con la llegada de Red Auerbach.
Una dictadura verde
Nacido en una familia de origen rusa, Arnold Jacob Auerbach nació en Brooklyn. Siempre involucrado en el baloncesto local, como jugador en high school y en la universidad primero, y como entrenador más tarde. A nivel profesional, fueron los Washington Capitols los que le dieron la primera oportunidad en la BAA, antes de pasar por la Universidad de Duke y Tri-Cities Blackhawks. Ya empezaba a mostrar pinceladas de lo que podía llegar a ser como entrenador, con dos pilares: la defensa y el contraataque. Pero en 1950 cambió todo.
Walter Brown consiguió firmar a Red como entrenador de Boston y la NBA dio un vuelco para siempre. Sus primeras decisiones fueron polémicas, dejando pasar a Cousy en el draft y eligiendo a un jugador afroamericano, en una ciudad de Boston todavía muy radical en aspectos raciales. Por suerte para Red, Cousy acabó en Boston por la desaparición de la franquicia de Chicago y se convirtió en el mejor jugador del equipo junto a Ed Macauley. En 1952 unió a Bill Sharman al proyecto vía draft y el equipo, ahora sí, ya estaba listo para todo.
Llegaron dos piezas que acabarían con la camiseta retirada en Boston, Frank Ramsey y Jim Loscutoff y entre 1951 y 1956, los Celtics hicieron playoffs cada temporada. Pero a la hora de competir por el anillo, el equipo de deshacía físicamente. Tenía la base del proyecto, pero faltaba un jugador defensivo, capaz de jugar rápido y cerrar partidos. Falta la pieza final. En 1956, mediante un traspaso que mandaba al favorito de la afición Ed Macauley a St. Louis, llegaba Faltaba Bill Russell. Junto a Bill llegaron Tom Heinsohn y KC Jones. Ahora sí, la trituradora verde empezaba su camino.
Red Auerbach en el banquillo de los Boston Celtics durante un partido de la 1959-60
Un año antes, tras el anillo de los Nationals, Philadelphia Warriors conseguía el segundo título de la franquicia, liderados por Paul Arizin, Tom Gola y Neil Johnston, deshaciéndose de Fort Wayne en cinco partidos. Bob Pettit se llevaba el primer MVP entregado en la liga, siendo máximo anotador y reboteador de la competición y los Celtics volvían a caer antes de llegar a la ronda definitiva. Sería la última vez hasta 1967, once temporadas más tarde. Porque en 1957 los Celtics se metían en sus primeras finales de la historia y no dejarían de pisarlas por una década, con 12 finales en 13 años y ganando la friolera de 11 anillos, ocho consecutivos.
El primero ante los Hawks, en 1957. En siete, con uno de los mejores partidos de la historia: doble prórroga en el séptimo y definitivo en el Boston Garden para decidir el campeón, con Tom Heinshon y Bill Russell haciendo historia como rookies. St. Louis pudo vengarse en 1958, con Bob Pettit anotando 50 puntos en el sexto partido para cerrar la serie, una donde Boston no pudo contar con Bill Russell los tres últimos partidos. El récord de Pettit sigue vigente a día de hoy, más puntos en un partido definitivo, unos 50 que igualó Giannis Antetokounmpo en las pasadas NBA Finals.
Pero la NBA, capaz de sorprendernos de cualquier manera, nos dejó lo mejor para cerrar la década.
El inicio de una rivalidad
Entre la camada de rookies de 1959 destacaba un forward de Seattle, Elgin Baylor. En su primer año fue All NBA, un hito que solo habían logrado previamente Bob Pettit y Alex Goza, poniéndole a un nivel de estrella desde el primer día. Consiguió que los Lakers pasaran de 19 victorias a 33, consiguiendo entrar en playoffs pese a acabar con récord negativo (33-39). Elgin Baylor fue el único motivo por el que Hawks y Celtics no volvieron a verse en unas finales por tercer año consecutivo.
En las finales de división, y con 2-1 arriba para St. Louis, Baylor anotó más de 30 puntos en tres noches consecutivas para meter a los Lakers en las NBA Finals, remontando la serie y empezando una rivalidad histórica. Porque en las finales esperaba, quién si no, los Celtics de Auerbach. Fue más duro de lo esperado, venciendo en siete a los Nationals, pero los de Boston cumplieron su parte y volverían a luchar por el anillo.
Era la primera vez que las dos mejores franquicias de la historia de la NBA se encontraban luchando por el título, la primera de las 12 que han acumulado en cinco décadas distintas. Pero la primera no tuvo ninguna historia. Boston barrió en cuatro a los Lakers, el primer 4-0 de la NBA en unas NBA Finals, el segundo anillo para los Celtics que empezaban la serie de ocho títulos consecutivos y al mismo tiempo propinaban la primera derrota de Elgin Baylor. El de los Lakers cerró su carrera con un récord de 0-8 en unas finales: siete derrotas ante Boston y una última en 1970 ante los Knicks.
La rivalidad entre Lakers y Celtics sería la principal protagonista de la próxima década. A Baylor se sumarían Jerry West primero y Wilt Chamberlain más tarde, siempre con el objetivo de batir a Red Auerbach y sus pupilos. Incluso se mudarían a Los Angeles, en el inicio de lo que conocemos hoy como Lakers. Pero eso, es una historia que queda para otro día.
Los mejores jugadores de la década de los cincuenta
ALL DECADE 1st TEAM
PG — Bob Cousy, Boston Celtics
SG — Bill Sharman, Boston Celtics
SF — Paul Arizin, Philadelphia Warriors
PF — Dolph Schayes, Syracuse Nationals
C — George Mikan, Minneapolis Lakers
ALL DECADE 2nd TEAM
PG — Bobby Wanzer, Rochester Royals
SG — Carl Braun, New York Knicks
SF —Bob Pettit, St. Louis Hawks
PF — Vern Mikkelsen, Minneapolis Lakers
C — Ed Macauley, Boston Celtics y St. Louis Hawks
HONORABLE MENTIONS
- Bill Russell, Boston Celtics — C
- Dick McGuire, New York Knicks y Detroit Pistons — PG
- George Yardley, Fort Wayne Pistons y Detroit Pistons — SF
- Harry Gallatin, New York Knicks — PF
- Neil Johnston, Philadelphia Warriors — C