La historia de Pau Gasol empieza mucho antes de su llegada a Los Angeles Lakers, en febrero de 2008. Años antes de llegar a la NBA incluso, donde debutó en octubre de 2001. La historia de Pau como la conocemos empieza en 1980 y los primeros capítulos, los que formaron al jugador en el que llegó a convertirse, se rodaron en Sant Boi de Llobregat y Cornellà. Allá es donde Gasol por primera vez en su vida cogió una pelota de baloncesto. Exactamente en el Colegio Llor, conocido en el presente como Fundació Llor y en el CB Cornellà, donde dio sus primeros pasos como jugador.
En un viaje por el camino de la nostalgia, hemos hablado con sus entrenadores de por aquel entonces, con el objetivo de saber cómo era Pau como chico antes de convertirse en Gasol la leyenda. Ricard Farrès, Angel y Josep Soriano, Toni Samsó y Juanjo Campos formaron parte de la formación de Pau Gasol como jugador de baloncesto y todos ellos moldearon, como profesor, entrenador o persona, al que ha sido el mejor jugador de la historia del baloncesto español. Y su historia empieza en un colegió de Sant Boi.
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El inicio es en casa
El Col·legi Llor fue su primer equipo. En las categorías inferiores de la escuela es donde Pau Gasol empezó su carrera como jugador. “Le viene de sus padres, ambos jugaban a baloncesto”, nos cuenta Ricard Farrès, conocido como Ricky en el colegio Llor. Él fue profesor de Pau en sus últimos años y director de l’Escola Esportiva cuando Pau jugó a baloncesto en la escuela. Entra muy pequeño, con solo tres años. Dos de sus primeros entrenadores son los hermanos Soriano, Angel y Josep. “Pau tendría que haber empezado con cuatro, pero destacaba mucho por su altura, así que lo introdujimos antes. No era muy hábil con el balón, pero tenía muchas ganas”, asegura Josep.
“Siempre tenía un balón en la mano”, recuerda Angel. Ese fue el camino para mejorar desde pequeño. “Era un jugador muy delgado, al principio le costaba un poco, pero fue cogiendo habilidad”, insiste. “Era muy pequeño y tenía los brazos muy largos”, lo que le hacía destacar respecto al resto por su tamaño. Todos los niños quieren ser de mayor jugadores profesionales o incluso llegar a la NBA, pero para Pau “era una pasión, casi una obsesión. Vivía ese mundo y eso le motivó a seguir trabajando”. Porque le faltaba físico, pero le sobraba esfuerzo y dedicación.
La primera vez que despunta, que brilla con luz propia es en edad mini. “Le gustaba mucho jugar desde fuera, penetrar y sobre todo tirar, no buscaba mucho el contacto en aquella época”, recuerda Angel. Incluso tiene memorizada la primera vez que Pau Gasol fue un jugador muy diferencial. “Fue en el torneo Molinet. Empezó a destacar bastante, cuando le vieron varios clubes de Barcelona y Badalona preguntaron por él”. Sabían que tenían un diamante y que tarde o temprano iba a acabar marchándose. Toni Samsó es el actual director de l’Escola Esportiva y fue profesor de Educación Física de los Gasol: “Que Pau se iba a ir estaba claro. Teníamos más que asumido que no iba a estar en el club siempre”.
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En 2001 todavía volvía al colegio a seguir entrenando. “Recuerdo que los fines de semana venían los tres hermanos con el padre a entrenar en la pista del colegio, incluso después de haber sido MVP de la Copa del Rey con el Barça”, explica Josep. Él fue uno de los primeros que decidió usar a Pau Gasol de base. “Empezamos a trabajar la defensa, el bote y sobre todo el dominio de balón. Un día decidimos que él iba a ser quién bajara el balón, tenía que botar y bajar el balón”. Fue la primera vez que a Pau le pusieron el reto de dirigir el ataque, pero no la última.
Su último año en el Llor es su mejor temporada. Varios clubes lo venían siguiendo con el objetivo de ficharle, tanto por su tamaño, como porque “jugando de infantil era un chico altísimo que subía el balón, jugaba de uno, pero también acababa la jugada. Tenía mucho potencial para su categoría”. Era simplemente mejor que el resto, y lo sabía. Según Ricky, “lo que hacía era dominar a medio gas, no era espectacular, pero se veía que era mucho mejor”. Tamaño, talento y sobre todo, un potencial que nadie podía llegar a imaginar. Ni siquiera en el CB Cornellà, su siguiente club.
La llegada al CB Cornellà
Con catorce años, entre su primer y segundo año de infantil, Pau y toda la familia Gasol tomaron la decisión de cambiar de equipo y allí fue cuando conoció a Juanjo Campos. “Entendió que el baloncesto que podía desarrollar en el colegio se le podía quedar corto”, explica Juanjo, que fue su entrenador en el CB Cornellà en su primer año. “Yo ya lo había visto jugar en su colegio un año antes de que viniera al Cornellà, y me contaron que sus padres eran muy altos. Vino a probar al club y decidió quedarse”. No fue el único equipo en el que lo intentó Pau, que también hizo las pruebas del CB L’Hospitalet, pero prefirió seguir más cerca de casa.
Cuando llega, con 14 años, Pau no es para nada el jugador que todos hemos visto en televisión, ni mucho menos. “Era un chico alto, delgado”, explica Juanjo. En el Llor lo recuerdan como un “cuatro que podía jugar de tres y de cinco, era polivalente”, según Josep. Para Toni, la clave era la diferencia de altura, pero también su actitud. “Pau podía meter los puntos que hubiera querido, pero jugaba en equipo. El tema era mentalizarle que pese a su físico, tiene que saber jugar en equipo. Los partidos para él eran entrenamientos para jugar en equipo”.
Lo que sí había era confianza de que iba a crecer. “Tenía claro, viendo a sus padres y la perspectiva física, que iba a ser un chico grande”, sigue Juanjo. El tamaño fue uno de los motivos, pero su talento era diferencial incluso siendo más pequeño. “Desde el principio hablé con el presidente del club y le dije que con Pau íbamos a tener problemas, y me miró confundido. “Vamos a tener problemas para que se quede”, le dije, porque todo lo hacía bien. Y me dio permiso para ayudarle en todo, sabiendo que no iba a llegar al primer equipo. Parte de su desarrollo fue usarle otra vez de base. “Con el staff decidimos que suba el balón, que dirija el equipo. Y no se arrugó en nada”.
Fue uno de los últimos en desarrollarse. Juanjo recuerda como en su primer año en Cornellà, Marisa le vino a trasladar la preocupación de Pau porque “veía que todos sus compañeros ya se habían desarrollado y que él todavía no”. Seguía siendo un chico delgado, de brazos largos. “Le dije que no se preocupara para nada. Que generalmente los que tardaban más y todavía estaban por hacer acaban siendo más grandes y más altos, pero me tiré a la piscina con ese comentario. Y le dije que iba a llegar a ser profesional en España. Evidentemente se quedó corto.
El siguiente pasó lógico fue fichar por el Barça. Juanjo recuerda que Pau “tuvo ofertas de varios equipos europeos en edad junior, pero con la familia decidieron contratar un agente para guiarle”. Sobre todo porque la llegada al Barça fue complicada. “Era una generación muy buena, muy física, muy competitiva, y Pau se metía en una jungla. Todos eran grandes y luego había dos chicos delgados, Pau y Juan Carlos Navarro”, una pareja que ha hecho historia en el baloncesto español. “La diferencia es que Navarro ya tenía el desparpajo, aunque para Pau solo fue otro reto a superar”.
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La educación lo primero
Una virtud que Pau ha tenido siempre es su capacidad para compaginar el baloncesto con los estudios. “En su último año, en COU, tiene varias matrículas de honor. En biología tiene una matrícula de honor conmigo”, recuerda Ricky con una sonrisa. Eso fue en 1998, el mismo verano que Pau Gasol se proclamó campeón del torneo Albert Schweitzer en Alemania y el Eurobasket Junior en Varna. “Pau me pidió aplazar varios exámenes por concentraciones de la selección española y me decía que era el único que estudiaba en los viajes. Todavía quería ser médico”, explicaba.
No fue hasta que tuvo que entrenar con el primer equipo del Barça que tuvo que dejar la carrera de medicina por la imposibilidad de compaginar entrenamientos y clases. “A Pau el mundo de la medicina le encantaba desde pequeño, hasta cuando vio que era incompatible dedicarse a una carrera tan exigente como la medicina”, cuenta Juanjo, que tiene claro que para Pau, cualquier objetivo en su vida eran retos. “Si se hubiese marcado el objetivo de, por ejemplo, ser el mejor traumatólogo del mundo, lo habría conseguido”. El reto de conseguir que su camiseta estuviera en el techo del pabellón de los Lakers es uno que sí ha logrado.
En el colegio se tuvieron que adaptar a los Gasol. “En su último año no le entraban las piernas en el pupitre y le tuvieron que soldar las patas de la mesa y la silla para hacerlo más alto”, explica Angel. El pupitre todavía sigue en las clases de la Fundació Llor, que recuerda a Pau como una referencia. Es importante acordarse que no es solo un jugador de baloncesto. “Pau es un referente para los más chicos. Y ha sido un referente por muchos años para los chicos y chicas de este colegio”, aclara Ricky, dentro y fuera de la pista de baloncesto. Unos valores que ha heredado de su familia.
La familia como pilar
Jugar en la NBA siempre fue un sueño para Pau, pero lo vivía con los pies en la tierra. Ricky recuerda que “con doce años se sabía todos los jugadores que había en la NBA, algo que no era normal porque no había internet. Su padre le compraba la revista Gigantes, todas, y tenía la habitación decorada con pósteres”. Pero de su época en el Llor hasta 2001, su debut en la NBA, hay casi una década de diferencia.
El último día antes de viajar hacia Memphis para empezar su carrera NBA se encontró con Josep. “El día que se iba a Memphis estuvo en el colegio, y bajé a despedirme. Y recuerdo las palabras que le dije, ‘disfrútalo mientras puedas’, porque no podía imaginar que fuera a triunfar tanto como ha triunfado él”, explica con una sonrisa. Y rápido insiste Toni que “ni el propio Pau se imaginaba poder triunfar tanto, lo que ha conseguido. El éxito de la NBA ya era máximo, pero todo lo que ha logrado, nadie lo pensaba”. Su carrera ha sido un cuento de hadas, pero no habría sido posible sin Agustí y Marisa.
“El hecho de que tanto Pau como Marc hayan llegado donde han llegado mucha culpa la tienen los padres. Cuando se va a la NBA, se va la familia entera”, analiza Toni. Y fue muy importante porque en casa de los Gasol las decisiones se toman conjuntamente. Algo que Juanjo confirma. “Si hablas cinco minutos con Agustí y Marisa entiendes el éxito de Pau muy rápido. Una familia superhumilde, todo lo meditan en familia. La decisión de irse todos juntos a Memphis es porque el núcleo familiar está muy unido”. Y cualquier cuestión pasaba por referéndum en el hogar.
Cuando Pau ficha por el Cornellà, su vida cambia. “Él vivía en Sant Boi al lado de su colegio, iba caminando a clase. Ahora alguien tenía que llevarle en coche y sus dos padres trabajaban”, explica Juanjo. “La rutina de la familia cambió por completo, se complicaron un poco las cosas”, aunque siguió siendo un chico normal. Uno muy trabajador. “Cuando se planteaba mejorar en algo, siempre apoyado por su familia, no tenía ningún problema para conseguirlo”.
Ricky todavía tiene en mente a los dos Gasol jugando en la pista del colegio. “Tras ganar la Liga ACB, al día siguiente de un partido en Madrid, Pau vino con Marc a preguntarme si podían entrenar en el polideportivo y no en las pistas exteriores donde solían hacerlo. Y es que la gente no le dejaba entrenar, porque ya era conocido y le pedían autógrafos”. Esa fue la pista donde Pau Gasol empezó su carrera como jugador de baloncesto. Una carrera que nadie había imaginado. “Y los dos hermanos se pasaban siempre cuatro horas jugando uno contra uno en la pista”.
Escrito por Alejandro Gaitán (@alejandroggo)
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